La primera temporada de «Slasher» sin ser una obra maestra sí cumplía con lo que prometía, con un asesino que impresionaba, vestido de verdugo, que ejecutaba a sus víctimas con ingeniosas muertes, algunas bastante sádicas y donde los personajes no eran para nada inocentes. Y así la trama, nada nuevo ni original, se seguía con agrado, disfrutando de la masacre mientras se intentaban unir las piezas de un rompecabezas en forma de policíaco, en la que la hija de un matrimonio muerto a manos de un demente vestido de verdugo, volvía al lugar de los terribles acontecimientos, volviendo a aparecer el fantasmagórico sujeto ante una policía que no sabe como afrontar la cadena de homicidios. Al final, daba igual quien fuese el criminal entre una amplia lista de sospechosos (¡como no, el bueno de turno!). Lo importante era epatar al espectador con unas alambicadas muertes que se solían ofrecer al final de cada episodio, siendo el resto condensado en la investigación. Algo similar, con peor resultado, como sucedía en «Scream», donde el tedio de la mayoría de sus capítulos se matizaba con unos apoteósicos finales, llenos de «gore».
Esta segunda temporada de «Slasher» naufraga sin remedio, aunque intenta mantener la misma premisa que su antecesora de ir dando pistas para encontrar falsos culpables, cerrando cada uno de los ocho episodios con un atroz crimen. Y de hecho, utilizar un paisaje nevado, recóndito e incomunicado es una idea que suele funcionar (recordamos el Hotel Overlook de «El resplandor»). No es el caso, ya que el principal defecto es que el villano carece de entidad: «El verdugo» de la primera temporada sí impresionaba y su sola presencia era amenazadora, no es el caso de la persona vestida de abrigo y gafas de esquiador. Un sujeto que recuerda a célebres «psycho killers» de películas de los ochenta pero cuyo único temor se debe a la enorme colección de objetos cortantes que posee. En una frase, contra «El verdugo» el miedo se notaba y se sabía que el combate era imposible de ganar mientras que contra este motorista de nieve, da la impresión de que cualquiera podría vencerle en un enfrentamiento «cuerpo a cuerpo».
No es el único debe, pues otro error flagrante es que la puesta en escena es horrible. De lo peor visualizado en bastante tiempo. Parece mentira que Netflix no haya cuidado el etalonaje, pues en numerosos momentos y secuencias está todo tan oscuro que apenas se puede ver nada, distanciando al espectador de lo que sucede en la pequeña pantalla. Y esto lamina el mínimo atisvo de remontar una historia que podría haber funcionado: un grupo de jóvenes mataron en el pasado a una compañera y viendo que quieren construir en la zona, deciden ir a hacer desaparecer el cuerpo (un claro guiño a un clásico del terror de los noventa como «Se lo que hicistéis el último verano). Por otro lado tenemos a un grupo que vive en el lugar donde se instalaba el campamento para huir de su pasado. Al empezar a morir ambos grupos, deberán unir fuerzas ante la desconfianza de unos y otros. Todo narrado con «flash backs» que van demostrando que no son tan inocentes como parece y por lo tanto merecidas víctimas del psicópata vengador.
Ocho episodios que podrían haber sido competentes pero que se hunden merced a la falta de ideas, de un malo aterrador y de una dirección, al menos digna. Y ni siquiera los velados homenajes a «El resplandor», «Viernes 13», «Sé lo que hicistéis el último verano» y el «slasher» ochentero consiguen que esta segunda entrega remonte el vuelo.
Son 8 y no 10 capitulos en esta segunda temporada, nose como críticas algo si ni enterado estás de cuántos capítulos tiene la serie.
Lo primero; gracias por leer la crónica y por la corrección. Evidentemente es una errata que hemos subsanado. Imagino que tan destructivo juicio de valor se debe a una opinión diferente sobre la serie, muchas ganas y poca edad. Imagino que el tiempo (ese juez insobornable que da y quita razones) atemperará ese ardor juvenil, descubriendo lo sencillo que es cometer tan leve error en un texto, más o menos, amplio (como ha sucedido en la escueta respuesta con el nose, en vez de no sé). Un saludo y, de nuevo, gracias por leer esta reseña.