Daniel Monzón ha sido uno de los extraños casos donde una persona ha llegado a la dirección desde la crítica de cine. Cosa extraña en el séptimo arte, si exceptuamos la hornada generada por la «nouvelle vague» y la revista Cahiers du Cinema en Francia. En Estados Unidos, el único caso que recordamos, así «a vuelapluma», es el de Peter Bogdanovich. Y es que es lenguaje diferente el hecho de analizar una película que el hecho de realizarla, a pesar de que el material utilizado tenga muchísimas similitudes. Por lo tanto es encomiable que gente como Monzón traspase esa línea que separa un mundo más cercano al periodismo que a la producción de largometrajes.
Su trayectoria, hasta el momento, lleva tono ascendente desde su «opera prima» «El corazón del guerrero», un «divertimento» englobado en el fantástico que ha envejecido mal, una comedia fallida como «El robo más grande jamás contado», la aceptable «la caja Kovak» y su espaldarazó definitivo, primero con «Celda 211» (su mejor película hasta la fecha) y un intento de hacer gran cine, y en más de un momento lo conseguía, con «El niño». Con «Yucatán» pretende construir una comedia clásica, de estafadores simpáticos que intentar dar el golpe de sus vidas. El problema es que Monzón, vistos los resultados, suele funcionar mejor en el cine de acción que en el humor y el resultado final está más cercano a «El robo más grande jamás contado» que a «Celda 211». Nada que objetar en cuanto a producción, pues la factura técnica es impecable, la fotografía de Carles Gusi espectacular y la ambientación soberbia, pero de entrada tiene un problema de difícil solución. No hace gracia. Y eso es imperdonable en una comedia. Lo único que provoca la risa es la resolución del primer timo, y, tal vez, por ahí debería haber seguido, lo que nos hubiese llevado a productos de entretenimiento puro como «Un par de seductores», en cualquiera de sus versiones o «El golpe», donde los timadores caen simpáticos y suelen tener problemas con un tercer integrante que forma el triángulo, casi siempre amoroso.
Aquí también hay triángulo amoroso pero carece de la más mínima química. Y es una pena porque son actores contrastados pero sus personajes no dejan de ser arquetipos y a pesar de su incuestionable trayectoria Luis Tosar no es cómico y su protagonista se dedica a deambular con cara de amargado. Sus compañeros de reparto, tampoco funcionan, ya que tanto Rodrigo De La Serna como Stephanie Cayo resultan demasiado histriónicos y parecen contratados para conseguir mejor recaudación en el mercado latinoamericano. para colmo en las casi dos horas y cuarto de metraje apenas suceden los acontecimientos hilados, ya que las secuencias se amontonan unas tras otras, olvidando las diferentes situaciones una vez que ha pasado la acción. A ello hay que sumar una banda sonora de Roque Baños llena de tópicos y unos secundarios cumplidores sin más.
«Yucatán» es un filme errado, a pesar de su buen envoltorio exterior y su amplio presupuesto. Un «lunar» en la carrera de un director, que aunque suela odiar el concepto de autor, lo es por pleno derecho, ya que solo por «Celda 211» y «El niño» tiene su lugar de honor dentro del cine español,y a buen seguro nos volverá a traer grandes obras en el futuro, aunque más opciones tiene en el «thriller» y la acción, géneros que domina mejor que la comedia. No todo el mundo puede hacerlo todo. Y todo bien.
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