El siguiente poema de Las Flores del mal, la obra de Charles Baudelaire, es Un Fantasma, el número XXXVIII. Y está dividido en cuatro partes. Cuatro poemas relacionados, de los que hoy os traigo el primero, de título, La oscuridad. Una oda a las tinieblas, a lo oscuro de la vida, que junto a la yeska que es el corazón de nuestro poeta, hace resurgir por momentos la luz.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
UN FANTÔME
I.
les ténèbres
Dans les caveaux d’insondable tristesse
Où le Destin m’a déjà relégué ;
Où jamais n’entre un rayon rose et gai ;
Où, seul avec la Nuit, maussade hôtesse,
Je suis comme un peintre qu’un Dieu moqueur
Condamne à peindre, hélas ! sur les ténèbres ;
Où, cuisinier aux appétits funèbres,
Je fais bouillir et je mange mon cœur,
Par instants brille, et s’allonge, et s’étale
Un spectre fait de grâce et de splendeur.
À sa rêveuse allure orientale,
Quand il atteint sa totale grandeur,
Je reconnais ma belle visiteuse :
C’est Elle ! noire et pourtant lumineuse.
la oscuridad
En las bodeguillas de insondable tristeza
donde el Destino ya me ha relegado;
donde jamás entra un haz rosado y alegre;
donde, solo, con la Noche, malhumorada camarera,
soy como un pintor al que un Dios burlón
condena a pintar, ¡Ay! sobre la oscuridad;
donde, cocinero de apetitos fúnebres,
hago bullir y como mi corazón,
que por momentos brilla, se alarga y propaga
espectro hecho de gracia y esplendor.
Con ese aire soñador oriental,
cuando alcanza su total grandeza,
reconozco a mi bella invitada:
¡Es ella! negra y sin embargo luminosa.
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