La primera parte de «Sucesor designado» partía de una premisa más que interesante, donde un atentado terrorista en el capitolio acababa con todo el Congreso, incluído el gobierno, tomando el poder el secretario de vivienda, un mando intermedio sin ambición política que tenía que lidiar con la mayor crisis en la historia de los Estados Unidos. A partir de ahí se generaba un doble conflicto; por un lado en la búsqueda del terrorista o terroristas responsables de la tragedia y por otro los oscuros intereses en la Casa Blanca. Interesante pero demasiado largo, ya que veintitrés episodios se nos antojaban excesivos y lo que comenzaba siendo una serie de estructura lineal, acababa en episodios conclusivos.
Esta segunda temporada mantiene esa constante pero centrándose más en historias que se van cerrando en cada capítulo pero con algunos apuntes lineales que se van repitiendo a lo largo de otros veintitres episodios, cuyo interés se va perdiendo, salvo una impactante sorpresa antes de la mitad de la temporada que hará que remonte el vuelo durante unos cuantos capítulos y conozcamos un presidente Kirkman marcado por el odio ante una tragedia, aunque siga encarnando la honestidad y los valores que debe tener cualquier gobernante. Quien gana peso es la agente Wells, valladar para los villanos y paladín de la seguridad nacional, perdiendo peso el personaje de la Primera Dama, cuyas intrigas familiares resultan algo forzadas. Así que como se puede notar, esta segunda temporada prefiere transitar más en la línea de una serie de acción, más que en la dimensión política (no es ni mucho menos «El ala oeste de la Casa Blanca» o «House of cards») aunque con un tono medio aceptable y se termina por perdonar la ingenuidad que destila el guion, donde todos se guían por valores positivos y eso hace que mejore el pais y que los conflictos se resuelvan de la mejor forma. Un «buenismo» que hace que nunca se deba tomar algo impopular para cuadrar presupuestos ni favorecer «lobbies», aunque todo está bien articulado y resuelto.
Los actores son de primera, encabezados por el héroe americano por excelencia como es Kiefer Sutherland, el inolvidable Jack Bauer de «24» en la pequeña pantalla y acompañados de una atlética Maggie Q, una especie de James Bond en femenino, Natascha Mc Elhone, con menos entidad que en su primera temporada, lo que sucede también con el interesante papel de Virginia Madsen, y los jóvenes asistentes del presidente interpretados por Adan Canto, Italia Ricci y Kai Penn, al que sumar a Paulo Costanzo, que sirve de alivio cómico.
La serie de David Guggenheim a pesar de funcionar razonablemente bien ha sido cancelada de momento, aunque tengo la impresión de que la propia Netflix dejará de ser la distribuidora para convertirse en la productora de la tercera temporada, ya que aunque «Sucesor designado» no sea una obra maestra se ve con agrado y echaríamos en falta la humildad, el talante, la capacidad de trabajo y todos los valores positivos que posee el presidente Tom Kirkman, el gobernante que cualquier pais necesitaría en un mundo donde no existen las zonas grises y todo es bueno o malo, blanco o negro, honesto o corrupto.
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