En lo que llevamos de siglo el cine francés ha dado interesantes muestras dentro del terror, cuyo principal exponente es Alexandre Aja, que desde su «Alta tensión» impactó por lo descarnado de sus imágenes y su buena fusión de suspense y «gore». Cine que ha creado escuela, con discípulos como su guionista Gregory Levasseaur, aunque «La pirámide» era fallida, Frank Khalfoun, autor del digno «remake» de «Maniac» o Julien Maury y su «A l`interieur», un «ultra gore» sobre una embarazada y su asesino, muy en la linea del título antes referido de Aja y que contaba en el maquillaje con el genial Gianetto De Rossi, responsable de más de una «carnicería» transalpina de los ochenta, de manos de Lucio Fulci y similares y que triunfó en Hollywood con productos como «Dune», «Conan, el destructor» o «Rambo III».
«Revenge», cuyo paso por Sitges dejó buenas sensaciones, sigue con esa pauta de epatar a «cualquier precio» y conseguir un producto con ritmo atractivo y abundantes dosis de hemoglobina. Eso sí, se deja el «slasher» clásico y se instala en el terreno de otro gran subgénero como es el de violación y venganza, cuyos productos más destacados son las setenteras «La última casa a la izquierda» de Wes Craven y «La violencia del sexo», de la que toma más de un elemento y su desarrollo. Recordamos que en el filme de Meir Zachi, una mujer era violada salvajemente por unos lugareños que la daban por muerta. La «resucitada» consumaba su justa venganza acabando con ellos uno a uno. Argumento que ha dado para algún «remake» olvidable, el «Impacto súbito» de la serie de Harry «el sucio» y otros subproductos de videoclub» como la entretenida e ingenua «Trampa en el pantano», como ejemplo. Para «Revenge», la casi debutante Coralie Fargeat toma estos «mimbres», creando un producto similar a los anteriores pero actualizando su trama al siglo XXI. Lo que parece claro es que Fargeat es mejor realizadora que guionista, pues su «libreto» es imposible de creer, pues ni la muerte, la cura de la herida con posterior tatuaje y la alocada descripción de los personajes masculinos tiene la más mínima verosimilitud. Para colmo, el mensaje feminista tampoco cala, limitándose a que haya más desnudos masculinos que femeninos que a dar una explicación plausible. Tipo rico y encantador que se lleva a su amante a su casa en mitad de ninguna parte, aunque desde el inicio deja claro que ama a su mujer e hijos. Al llegar sus socios, la chica se convierte en el objeto de deseo de uno de ellos que aprovechando el quedarse a solas con ella, decide violarla sin «miramientos», ante la pasividad del tercero. Luego deciden acabar con ella pero al no terminar el trabajo, la joven volverá para acabar con los desgraciados hombres en una persecución a muerte.
Lo que si funciona, es su acelerado ritmo que en más de un momento parece un endiablado «cartoon» o una de las «salidas de tono» de un Tarantino «pasado de vueltas». Lo que agradecemos como espectadores, ya que su casi hora y cincuenta minutos se disfruta con agrado, la sangre es bien dosificada y ese tratamiento de la imagen hace que podamos perdonar sus evidentes errores de guion o su desquiciado final, que roza el surrealismo, con unas secuencias delirantes con abundantes heridas, enloquecidas carreras por un corredor, escopetas de gran calibre y papel de cocina (quien haya visto «Revenge» sabrá de que hablamos). Un espectáculo psicotrónico pero con innegable atractivo para los amantes del género. Una propuesta refrescante que si bien no pasará a la historia sí que vale para pasar un rato entretenido. Y más con algunos guiños al cine ochentero, como su banda sonora, un homenaje al Claudio Simonetti de los Goblin, compuesto por Robin Coudert.
De hecho, «Revenge» es un acercamiento a ese cine setentero y ochentero que tantos seguidores tiene en el mundo. Como sucede en Francia, donde sin ir más lejos este verano disfrutábamos de la banda gala Carpenter Brut, cuya música está influenciada por las bandas sonoras de John Carpenter, Fabio Frizzi o los Goblin, en uno de los conciertos sorpresa de la última edición del Download Madrid.
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