Rozando mi dolor con sus dedos,
entonando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción,
matándome delicadamente con su canción,
contando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción.
Oí que cantaba una canción
que tenía estilo
y entonces acudí para verle,
para escuchar un rato
y allí estaba,
joven y desconocido
para mis ojos.
Rozando mi dolor con sus dedos,
entonando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción,
matándome delicadamente con su canción,
contando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción.
Me sentí ruborizada,
como con fiebre,
avergonzada por la multitud.
Sentí que había encontrado mis cartas
y leía cada una, en voz alta.
Rogué para que acabase,
pero se mantuvo fiel
a la realidad.
Rozando mi dolor con sus dedos,
entonando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción,
matándome delicadamente con su canción,
contando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción.
Cantó como si me conociese
en toda mi oscura desesperación,
después, miró a través de mí
como si no estuviese
y siguió cantando,
cantando fuerte y claro.
Rozando mi dolor con sus dedos,
entonando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción,
matándome delicadamente con su canción,
contando mi vida con sus palabras,
matándome delicadamente con su canción.
0 comentarios