La sala Cochera Cabaret es un local donde se respira el buen rollo nada mas entrar, gente amable que te recibe cordialmente, nada de matones que no saben de que va el rollo. Aquí la gente es bienvenida y se nota en el ambiente.
Una sala prácticamente llena, casi 300 personas generalmente del genero masculino espera atentamente a que salgan los teloneros; Glazz, que ofrecen un híbrido de jazz rock con tintes progresivo donde el batería hijo de Javier Rubial es el que destaca sobre los demás. Su propuesta es agradable pero con poca personalidad se he de ser sincero.
Tony Levin y sus dos escuderos salen al escenario de manera sencilla, sin aspavientos innecesarios, con la sobriedad que caracteriza unos maestros dispuestos a plasmar su sabiduría. Solo hace falta dos minutos para oír, ver que lo que vamos a presenciar es algo fuera de lo común. Stick Men es como unos King Crimson del Siglo XXI en formato de bolsillo, pero con una fuerza arrolladora inimaginable. La música que emana de sus instrumentos es de otra galaxia, la banda sonora de un bing bang, el rugido de un dinosaurio dando a luz, un ataque de pánico en pleno Manhathan, el sonido de un átomo, algo indescriptible y no apto para oídos pocos desarrollado, aunque mismo si uno no comulga con su música se plega sin rechistar a tanta maestría y inventiva a la hora de desarrollar unos temas que se pasean a semejanza de un equilibrista en un fino cordaje que separa de la crispación y la locura con el éxtasis y el embellecimiento.
“Red” siempre suena brutal como un taladro que perfora tu cerebelo lentamente con precisión quirúrgica, “Crack in The Sky” y “Santori in Tangier” son completamente opuesta pero iguales en majestuosa belleza y laberíntica estructura. “Larks’ Tongue in Aspic, Part Two” siempre entusiasma a sus seguidores y tanto con la banda madre o con el grupo de Levin es un tema obligatorio en en el set list. Una preciosa y acelerada versión del “Mirage” de Mike Oldfield de su poco conocido disco QE2 da paso a dos temas del disco “Prog Noir” para rematar la faena con una demencial “Level Five” del disco “The Power To Believe” de King Crimson. Como bis “Open , Pt·-Truncheon” del disco de los Stick Men del 2012 titulado “Open” En definitiva un concierto brutal de otro nivel que deja al oyente meticuloso y atento extasiado y boquiabierto.
Como curiosidad tras el concierto y pasar unos minutos con Pat Mastelotto y Markus Reuter, la sorpresa de ver entre el publico y saludar a los músicos a Bernardo Lanzetti el que fuera el cantante de Premiata Forneria Marconi de 1975 a 1978 una de sus mejores épocas.
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