Hace ya muchísimos años que a través de los altavoces nos decían Burning que los domingos los hicieron para bailar. Bueno, los de la Elipa son unos sabios de esto del rock and roll, pero yo añadiría que cualquier día es bueno si la dicha es buena. Así que un miércoles era el día en que el británico Jack J. Hutchinson, en formato power trio aterrizaba en la portuense sala Milwaukee para hacernos disfrutar de su rock eléctrico. Los conciertos en Milwaukee (la sala, no la ciudad) se han convertido en algo íntimo, no tanto por la ambientación del lugar, sino por la asistencia que se da cita a los conciertos. No creo que llegásemos a cincuenta anoche los que nos reunimos frente al escenario para acoger el Paint no fiction Tour, con el que  Hutchinson está girando por la piel de toro estas semanas. A las diez y media daba comienzo el concierto, con el guitarrista liderando el escenario pero perfectamente respaldado por Felipe Amorim a la batería y Lazarus Michaelides al bajo, mostrando esa excelente mezcla que sabe acompasar a las mil maravillas del sonido del blues británico y del rock proveniente de los Estados Unidos, como se pudo comprobar y os contaré más adelante.


 

 

Debo reconocer que al principio me invadió una sensación de frialdad pero solo duró un par de canciones, hasta que Hutchinson atacó un tema más eléctrico que hizo subir la intensidad y que iría ya creciendo durante todo el concierto. El guitarrista alterna acertadamente temas propios con versiones de algunas de sus bandas favoritas, y precisamente en la elección de los covers en donde refleja como bebe del sonido del rock y el blues clásico de ambas orillas, tanto de las Islas como de la tierra del Tio Sam. Entre los temas propios sonaron «Get it back», «Wake up», «Boom» o»I got your number», mientras que nos deleitaba con temas conocidos como «Heart beat like a Hammer» de Fleetwood Mac, «Thorn my pride» de The Black Crowes, «How blue can you get» de B.B. King y «Shake your money maker» de Elmore James. El público, pocos pero bien avenidos, disfrutaba tanto de la ración de clásicos que el trío nos ofrecía como de sus propias canciones, que no desentonan dentro de la tónica general que nos presenta. Tras convocarnos a todos frente al escenario para hacer una foto de recuerdo de la velada, cerraba el concierto con un potente «Deal with the devil» que ponía punto y final a una fantástica noche de rock y blues, de sabor clásico, de aroma del rock de siempre.

 

 

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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