El primer macro concierto que vi hace mucho, muchos años, fue uno de los Rolling Stones. Desde entonces, siempre fue la banda de mi vida, a pesar de que dejé de acudir a sus recientes citas con sus fans. Sus discos siempre suenan como mínimo una vez al mes, aunque siendo sincero, ya no los escucho como antes. No hace falta. Sus temas están incrustados en mi mente y con un simple pensamiento mi cerebro hace sonoro en mis neuronas cualquier tema. Al enterarme de la salida de un nuevo concierto bajo el subtítulo de “From the Vaults”, sinceramente me daba mucha fatiga escuchar otro concierto de los Stones, en la medida que la mayoría de las veces el repertorio suele ser más o menos el mismo, y a esta alturas prefiero enchufarme el “Love you Life” a toda mecha. Pero claro, el título que seguía a “From The Vault” era Sticky Fingers: Live at the Fonda Theater 2015 y entonces, sí que me volvió a entrar ese cosquilleo al escuchar este artefacto. Uno de esos archivos que los Stones desentierran con cuenta gotas. Este bolo estaba destinado a una reedición ampliada de Sticky Fingers. Para ello, estos “chavales” tocaron en un ambiente relativamente íntimo del Fonda Theatre de Hollywood y la gozada de este directo, es el poder disfrutar y tener la oportunidad de escuchar a la banda mas grande del universo, interpretar algunas canciones que rara vez, o nunca, llegaron a ser éxitos para el público masivo, pero perlas para sus fieles seguidores acérrimos.
Es una verdadera delicia escuchar “Sway”, “Sister Morphine”, “I Got the Blues” y “Moonlight Mile”, “All Dowm¡n The Line”, “When The Whip Comes Down”, “Brown Sugar,” “Bitch,” “Wild Horses, “Jumpin’ Jack Flash”, “Start Me Up”, un pequeño tributo a BB King con “Rock Me Baby”, una versión de Otis Redding de “I Can not Turn You Loose” y todo ello, con la banda completamente entregada, más dos saxos, dos coristas y los teclados de Chuck Leavell tenemos 80 minutos de música interpretada en un lugar más intimo y con una puesta en escena sin luces exageradas, sin pirotecnia, sin proyecciones. Y eso se nota en cada nota, se puede oír a un Ron Wood tocando la guitarra de manera admirable reproduciendo las líneas de la guitarra de Mick Taylor, que parece que es el propio Taylor que está sobre el escenario. Un Keith en plena forma disfrutando de lo lindo, interpretando lo mejorcito de su repertorio. Un Mick como siempre desbordando positividad y más cercano al público. Y es que este es el formato que los Stones deberían tomar a partir de ahora, para ofrecer sus conciertos.
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