Está claro que es solo una opinión personal pero el mundo del heavy metal se está convirtiendo en algo complicado, porque es difícil destacar en un coto donde hay una historia escrita con letras brillantísimas y además puesto a reconocer tus influencias, no volcarte en una historia que están haciendo igual muchísimas otras bandas. Crecí con el heavy metal, es algo que llevo impregnado en la piel, pero desgraciadamente, no termino de sentirme cómodo con ciertas propuestas de los últimos tiempos, y eso que intento no solo vivir de aquellos discos grabados en una época (que como en otros muchos tipos de música) se nos antoja complicado de repetir. Nunca he sido contrario al avance, ¿que hubiese sido del metal sin gente como Voivod?, como tampoco lo soy de cierta reivindicación del pasado, porque en la justa medida de ambos campos está el poder seguir disfrutando de esta nuestra música. Volviendo a dejar claras tus influencias, está claro que aquellas bandas que reivindican el legado de la NWOBHM siempre tienen un lugar en mis oídos, pero como ocurre a menudo, terminas teniendo que separar el grano de la paja.
Así que cuando das con una banda que dirige sus miradas hacia otro lado dentro del pasado más exitoso, cierto deseo de satisfacción recorre tu espina dorsal al sonar tu música. Eso me sucedió con los suecos Portrait que ahora lanzan su cuarto disco. Su influencia de mis queridos Mercyful Fate es algo que no se puede negar, así como de unos primigenios Judas Priest (algo que siempre he reconocido también en las huestes de King Diamond, dicho sea de paso), les coloca como una de esas bandas, ya asentadas, que forman parte de un presente que pretende hacer el heavy metal esa música consistente e inmortal que es. «Burn the world» es su cuarto disco como dije anteriormente, y amigos, a mi me tiene ganado desde que lo escuché por primera vez. Después de la consabida intro «Saturn return» que da paso al primer cañonazo, la canción que da nombre al disco con un ritmo muy speed metal y esa voz heredera de King Diamond. Sin perder un ápice de potencia, «Likfassna» nos golpea directamente en la cara, observando ciertos guiños al metal alemán de los ochenta.
«Flaming blood» trae a mi cabeza a los Mercyful Fate de «Melissa» o al propio King Diamond de discos como «Them» o «Abigail», muy importante es aspecto vocal y la rítmica de la canción. «Mine to reap» sube la velocidad añadiendo un punto más de dureza, de potencia, un auténtico trallazo de puro heavy metal en su versión mas speedica. «Martyrs» suena muy Judas Priest, sobre todo por la melodía de las guitarras, esa forma de hacerlas sonar tan propia del heavy metal de los ochenta. «Further she road» es un instrumental acústico que quizás queda simplemente anecdótico dentro del disco, para dar paso de nuevo a la potencia con «To die for» que es lo que queremos y buscamos en el sonido de Portrait, puro speed metal en su mejor versión europea. «Pure of heart» pone el punto final, con su inicio melódico, buscando ese punto épico, para ir adquiriendo potencia y dejarnos un gran sabor de boca, como todo el disco en si. Un muy buen disco para seguir manteniendo viva la fe metálica.
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