Podría enumerar muchas cosas que te alegran el día. Hombre, que te toque un porrón de millones en la primitiva es una opción que yo no descartaría. Vivir como un rey, recorrerme medio mundo de concierto en concierto, y bueno, mil cosas más que seguro que se me ocurrirían para hacer. Pero no todo va a ser la pasta, que los verdes ayudan tela, no nos engañemos, pero bueno, hay otras historias que te alegran el día. Saber de nuevo de viejos amigos, unas risas, una buena peli, un libro que te enganche, hasta una mirada cómplice. Y por supuesto, cuando una banda de la que te enganchas a sus sonidos, vuelve a la carga con nuevas canciones, la sensación adrenalítica al tener su nuevo disco en tus manos también te deja una sonrisa de oreja a oreja durante el resto del día, pensando en que habrán parido ahora estos cabrones, si serán capaces de volver a poner tu mundo patas arribas a base de buena música.
Eso me pasa con los asturianos The Sonic Race. Su anterior lanzamiento «Return to hell» se coló entre mis favoritos de 2014, ¡tres años han pasado ya!, así que era hora de que Jano Antúnez (voz), Rudy González (guitarra), Rafa Jardón (guitarra), Jorge Torero (bajo) y Pani (batería), nos volviesen a poner las pilas a base de guitarrazos con su punk rock de aroma australiano, sus high energy y su sonido garage. Seis canciones son lo que nos ofrecen en este ep homónimo, que no da tregua ni descanso alguno desde que comienza con «Loser», ese ritmo marcado, crudo, directo a la yugular, puro rock and roll repleto de sudor. «Lord of the sea» no pierde tiempo en calmas no necesarias, pero si se para en mostrarnos melodías.»The outsider» se acelera con su ritmo punk, su querencia rítmica, como una ventana abierta a los vientos llegados de Melbourne por algunos de sus ídolos como Radio Birdman.
¿Como no rendirse ante «Hurricane girl» y ese parte central con un riff que te vuelve loco». «Thorns and nails» es puro rock and roll, que se va acelerando progresivamente y en la que le dan muchísima importancia a las melodías vocales. El punto final lo pone «Demon’s beach» con sus aires surf, y ese ataque directo que lo convierte en una auténtica maravilla. ¡Que buenos son estos tíos, coño!. Sin lugar a duda uno de los cañonazos de este 2017.
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