Está visto que la crisis económica no ha acabado con la creatividad, sino que, más bien, la potencia. Puede que el dinero no fluya como antes pero eso hace que el ingenio se agudice. Stockholm es la primera y excelente película de Rodrigo Sorogoyen, quien ya dirigió en 2008 8 citas conjuntamente con Peris Romano. Para la elaboración de Stockholm, Sorogoyen ha contado con la financiación de familiares, amigos y hasta colectas en internet. Todo para conseguir los 78.000 euros que costó esta película en la que ningún miembro del equipo cobró un céntimo. Eso se llama amor al arte y lo demás son tonterías. Que no están los presupuestos generales del estado ni las subvenciones como para tirar cohetes y financiar historia de jóvenes de fiesta. Sin embargo, esta historia merecía ser contada y si nadie quiso producir esta película es que la industria del cine en este país está en manos de completos idiotas. Casi mejor así, es posible que algún productor ávido de beneficios hubiera modificado este proyecto hasta dejarlo irreconocible. Con muy pocos medios pero con una buena historia y muchas ganas Rodrigo Sorogoyen logró parir esta estupenda película que nos ocupa. No hace falta un gran presupuesto para llegar a conquistar al espectador, es suficiente con una historia cercana en la que todos nos podamos ver reflejados en mayor o menor medida. Y exactamente eso que le puede pasar a una inmensa mayoría de nosotros. Esta historia de dos jóvenes que se conocen una noche de fiesta nos llega debido a que es veraz y a todos nos ha pasado alguna vez algo parecido. ¿Qué chico no ha hecho el idiota por una chica? ¿Qué chica no ha espantado algún pesado? ¿A quién no le gusta que le digan que están enamorado de él/ella?
Stockholm no es un film sobre excesos nocturnos (ya tenemos muchas películas sobre el tema) ni es una comedia alocada sobre adolescentes. Stockholm es un rara avis, una película que no trata a los jóvenes como simples imbéciles en busca de evasión sino que es un reflejo de cómo somos los seres humanos. Somos capaces de cualquier cosa por conseguir nuestro objetivo pero, cuando lo hemos conseguido, mostramos nuestra verdadera personalidad. Los personajes protagonistas (de los cuales no sabemos ni siquiera los nombres) nos muestran en el transcurso de unas horas la evolución de toda pareja con el curso de los años. Del cortejo inicial y el enamoramiento pasamos a la decepción y el desengaño. También es un film que trata sobre cómo a veces nos dejamos engañar.
Viendo el film me vinieron a la mente varios refranes como Prometer hasta meter, Por la noche todos los gatos son pardos o Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Verdades como templos salidas de la sabiduría popular.
El tour de force interpretativo entre Aura Garrido y Javier Pereira es la clave que hace verosímil las situaciones retratadas en un guión excelente lleno de matices . Los diálogos se hacen fluidos y creíbles gracias al buen hacer de estos dos jóvenes actores. Javier Pereira ganó el Goya a mejor actor revelación por su trabajo pero a mí quien me cautivó fue Aura Garrido. Esta joven actriz posee una de las miradas más fascinantes del cine español y una gran versatilidad de registros, expresando la fragilidad y vulnerabilidad en un segundo y al siguiente fuerza y determinación. Su escena en el baño me pareció de una de las más intensas de los últimos años. Gran trabajo de Aura Garrido antes de saltar ala fama con El ministerio del tiempo.
No es que Stockholm nos cuente algo que no sepamos, pero lo hace con una mirada y un estilo propios. Todo un lujo en los tiempos que corren con tanta fotocopia y tanto photoshop aplicado a las emociones. Aquellos a los que no les gusten las películas con pocos actores y mucho diálogo mejor se abstienen de ver esta película, ellos se lo pierden.
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