Siempre que se da la ocasión o bien salta el tema con gente que son un poco reacia al metal les recomiendo que buceen en la arqueología metálica, en las alcantarillas del género, que sacien su sed profundizando en bandas que fueron capaces de focalizar un movimiento underground, algunas con reconocimiento mayoritario, otras aún enterradas en el baúl de los tesoros. Y es que además, es una vía para dar con otros sonidos alejados (o no tanto) del metal, pero que convergieron durante un tiempo. Si nos vamos a mediados/final de los ochenta, nos podemos encontrar con una escena realmente excitante, sobre todo en UK, a pesar de que el éxito sonreía a los grupos del otro lado del Atlántico. Punks y heavys habían dejado de pegarse, porque frente a sus narices, se posicionaban bandas que bebían de ambos bandos, que eran capaces de aunar la velocidad y agresividad de unos Discharge con la potencia desbocada y metálica de unos Venom por ejemplo. Lo que se resumía en una enemistad manifiesta, se tornaba en una fina línea que al final terminaba siendo borrada sin remisión. La aparición de grupos en el Reino Unido como Napalm Death o Extreme Noise Terror, capaces de llevar la brutalidad sonora un paso más allá, de tocar más rápido que nadie, de envilecer la mejor tradición metálica pero revistiéndola de la agresividad y rabia punk, creó un movimiento junto a fanzines fotocopiados, catálogos, contrabando de cassettes de mano en mano, dificil de repetir.
Y previo a estas bandas, junto a Motorhead, Black Sabbath, Iron Maiden, Discharge… en otro lado de la marginalidad, se encontraban Amebix, influencia primaria para esa escena grindcore británica, y que luego con el tiempo han sido reivindicados, aunque nunca glorificados masivamente, por muchísimos otros músicos. Amebix navegaban con ese estigma difícil de manipular de andar sobre una cuerda excesivamente fina. Demasiado heavys para muchos punks, demasiado punks para muchos heavys, fueron de las primeras bandas a las que se le acuñó el termino crust punk, posiblemente la semilla germinada del grindcore. Su sonido sucio, rápido, el uso de sintetizadores y a la vez una potencia desbocada a base de guitarrazos y una voz áspera como el puto aguarrás, les convirtió en un mito, y en una explosión para muchos cerebros. Yo descubrí a Amebix a través del heavy metal, supongo que otros lo harían a través del punk o el hardcore. Su primera demo consta del 79, y en el 85 lanzan su primer disco, «Arise«, pero sería este del 87 y su portada la que me abriría las puertas de su infierno particular. Ficharon por el primero lo lanzarían con Alternative Tentacles, el sello de Jello Biafra que lanzaba los discos de Dead Kennedys. «Arise» es un disco agresivo, anárquico, intencionadamente caótico. «Monolith«, más estructurado, capaz de atrapar la esencia de Motorhead y Venom, del crossover que rompía muros al otro lado del Atlántico y de acercarse al Trash metal que comenzaba a golpear fuerte la mesa, pero sin parecerse a ninguna banda thrash al uso, pero a la vez ser capaz de apropiarse de la oscuridad de Bauhaus o Joy Division, una puerta abierta al metal industrial que vendría después.
Sin lugar a dudas una de las bandas de culto más importante de los ochenta, capaces de convertirse en influencia seminal de gente como Napalm Death o Neurosis. Hubo una reedición de este disco mejorando el sonido, aunque soy de los que piensan que un disco debe sonar como fue lanzado en su día, para bien o para mal. Al menos estas ediciones sirven para acercar estos discos de nuevo a la gente a precios razonables y de paso seguir manteniendo su status.
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