El director inglés Guy Ritchie tuvo su momento de gloria allá por finales de los 90 cuando sorprendió a medio mundo con su estilo descarado y macarra en films como Lock & Stock o Snatch, Cerdos y diamantes. El tipo no dejaba de ser una versión británica de Tarantino pero tenía su gracia. Incluso Madonna cayó a sus pies en aquella tontería llamada Barridos por la marea. Guy Ritchie perdió el norte y la gracia con otra estupidez todavía mayor llamada Revolver (tan horrible que tuve que dejar de verla a mitad) aunque resurgió de sus cenizas con RocknRolla. Tras la cura de humildad se marcó un par de películas sobre Sherlock Holmes que directamente destrozaban al personaje pero resultaron divertidas y todo un éxito de taquilla. Lo mismo se puede decir de Operación UNCLE (en la que destrozaba a su gusto el cine de espías). En esas que Guy Ritchie se cree capaz de revisitar otro mito británico, nada menos que la leyenda de El rey Arturo. No le falta ambición al muchacho, una pena que de talento vaya bastante más justito.
Puestos a destrozar mitos, hagámoslo a lo grande. Ritchie ha contado con un gran presupuesto para contarnos esta historia mil veces vista y mucho mejor narrada. Ritchie se pierde en sus típicos montajes vertiginosos y sus diálogos macarras y se olvida de la historia. Él es más importante que la historia. King Arthur es una película de Guy Ritchie más que una película sobre el rey Arturo. Toda esa modernidad urbanita propia del cine de Ritchie no encaja con lo que pretende narrar. La personalidad del director es omnipresente y aplasta la narración, ya de por sí bastante endeble y poco original. Más que un film sobre el mito artúrico, Ritchie se ha marcado un film de super héroes enmarcado en una irreal Edad Media. Y se ha quedado tan ancho. Su film es una infantilización del mito artúrico, dejándolo en una historia simplona, estúpida y, lo que es peor, aburrida. Por momentos parece que estamos viendo una película de serie B de esas de los años 80 de espada y brujería. A todo ello contribuye unas interpretaciones de lo más estereotipado que uno pueda pensar. En concreto, el villano interpretado por Jude Law es de lo más plano y risible que recuerdo en mucho tiempo. Tampoco es que Charlie Hunnam sea un gran actor, me gustó en Z. La ciudad perdida pero en esta me resultó bastante inexpresivo, parece que estuvo más tiempo en el gimnasio que leyendo el guión. Ritchie parece más preocupado en contentar a sus hooligans ingleses que en hacer una película decente, pero si hasta sale David Beckham! Del resto del reparto no voy a comentar nada, todos pensando en otra cosa.
Los efectos especiales están muy logrados pero no así los vestuarios ni la peluquería. Parece que los actores han salido de un after del West End londinense con esas ropas tan modernas (incluidos gorros de lana, cazadoras y camisetas) más que de la Edad Media. También hay una escuela de artes marciales en pleno Londiniun y múltiples personajes de color. Si la veracidad histórica es nula, igual de inexistente es el interés que la trama genera. El film se ve como quien ve llover, ya sabes lo que va a pasar desde el minuto 1. Por mucho ruido y muchos cientos de planos que Ritchie incluya por segundo, el film aburre y se hace pesado básicamente debido a que no hay historia. Tampoco esa estética copiada de El señor de los anillos y Juego de tronos ayuda mucho a creernos nada de la trama, la verdad.
Rey Arturo: La leyenda de Excalibur es simplemente el inicio de una franquicia, nada se dice de Morgana, Ginebra o El Santo grial. Todo eso se lo guardan para las siguientes entregas que, sinceramente, voy a pasar de ver. Una y no más, Santo Tomás.
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