La saga de «El planeta de los simios» tuvo su éxito entre los sesenta y los setenta, con cinco largometrajes, entre los que destaca el primero dirigido por Franklyn J. Schaffner, con Charlton Heston de protagonista y un icónico final donde ante una semiderruida Estatua de la Libertad los astronautas descubrían que habían llegado a la Tierra y no a un planeta dominado por los primates. Una serie que con los años fue perdiendo fuelle, a pesar de contar en la dirección con buenos artesanos como Ted Post o J.Lee Thompson y que «tocó fondo» en los noventa con una horrorosa versión del clásico dirigida por un irreconocible Tim Burton, en el quizás más destacado «lunar» en su admirable trayectoria. Por eso, nadie esperaba nada de la precuela de 2011 titulada «El origen del planeta de los simios» pero contra todo pronóstico el filme de Rupert Wyatt se convertía en un enorme «taquillazo» y , lo más sorprendente, en una de las mejores películas de la temporada. Su continuación, «El amanecer del planeta de los simios» mantenía un buen tono medio y sin llegar a los extremos de excelencia de su primera parte era una más que aceptable secuela.
Para esta tercera entrega han vuelto a contar al mando con Matt Reeves, el realizador de «El amanecer del planeta de los simios», un tipo que saltó a la fama hace años con la eficaz y entretenida «Monstruoso», un relato rodado con cámara de video sobre el ataque de una bestia gigante a la ciudad de Nueva York y que contaba con el aval en la producción de J.J. Abrams, quien ofreció ese «bautismo de fuego» a Reeves, con quien también contará para dirigir el «spin off» de Han Solo. Un realizador al alza y que confirma con esta tercera cinta que la trilogía es de las más interesantes rodadas en esta década, donde los estudios no paran de producir en serie exprimiendo cualquier mínimo éxito, aunque la calidad se vaya resintiendo según se va agotando la idea original, por lo que tiene mérito haber mantenido la calidad durante tres películas. En esta se podrá objetar su atropellado final, sin duda lo peor de un buen guion, donde tras una épica batalla todo se resuelve deprisa y corriendo con un alud de nieve que al espectador deja frío y una muerte cuanto menos extraña al llegar al refugio seguro, aunque no exenta de valor y heroísmo, si bien le falta para ser un broche glorioso, aunque en las dos horas y pico anteriores consigue lo imposible, que nos pongamos de parte de los simios y que deseemos la desaparición de los humanos, ya que el gran hallazgo de esta historia es que está narrada desde el punto de vista de los primates, como sucedía en la segunda parte frente al resto del serial donde el homínido póngido era el protagonista. Ello concede la libertad de mostrarnos a unas bestias humanizadas y a unos humanos bestiales y así todo sentimiento noble y empático pertenece a los gorilas, orangutanes y chimpacés frente a la cerrazón y brutalidad de los militares, pues son los únicos hombres que apararecen, aunque bien es verdad que también se cita el inicio de la nueva especie que encarna Nova, aquella chica muda que junto con Cornelius son personajes de «El planeta de los simios».
Ayudan al decente guion, un buen montaje que consigue que las más de dos horas y veinte minutos de metraje pasen enseguida, la puesta en escena de Reeves, que mezcla varios géneros que van desde la cinta de aventuras clásica, el bélico o esas historias de persecución para conseguir una venganza tan propia del género del oeste, sumado al cine de romanos o egipcios con sus esclavos que intentan liberarse de un amo atroz y conseguir la «Tierra Prometida», muy en la linea de «Los diez mandamientos» de Cecil B. De Mille, pues de aquel horror titulado «Exodus: Dioses y reyes» de Ridley Scott es mejor no hablar.
En suma, un vehículo entretenido que ofrece más que cine «palomitero» y efectos especiales, pues a pesar que los visuales son magníficos, sobre todo los simios, están supeditados a la historia y las interpretaciones mediante captura de movimiento son colosales, a lo que ayuda un Woody Harrelson, que con los años ha mejorado como actor, una fotografía complicada y resuelta admirablemente que pasa del bosque, al llano o a la nieve y una espectacular banda sonora de Michael Giacchino que convierten a esta «La guerra del planeta de los simios» en un título recomendable para combatir estos calores estivales, aunque los villanos sean los humanos y el punto de vista sea el de los animales para alegría y solaz de aquellos creadores y seguidores del «Proyecto Gran Simio» que pretende dotar de derechos a estas simpáticas criaturas. Una concepción radical que ya tuvo su aguda crítica por Gustavo Bueno en más de uno de sus recomendables libros.
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