No sé si será cierto que todos los caminos llevan a Roma, porque de refranes está el lenguaje lleno y a veces hay que ponerles paciencia para interpretarlos como más nos convenga, faltaría más. ¡Vaya racha llevamos, my friends!. Está el Olimpo del rock haciendo reformas a la carrera para poder alojar tanto huesped de última hora. Hace un suspiro nos abandonaban Gregg Allman y Guillermo Sánchez.
Las canciones te marcan o no, eso es una apreciación personal sobre la que solo es dueño uno mismo, pero la huella en la conciencia colectiva es algo que está más allá de gustos personales y sentimientos encontrados. Permitidme que levante mi copa por todos los caídos en combate, y ya cada uno los colocáis en la posición que os venga en gana. Repito, todos los caminos llevan a Roma, aunque sea dando rodeos, a quien importa si lo importante es el gozo de la llegada. Y mi camino a Roma esta vez, fue hace ya un puñado de años, a través de Rosanne Cash y de Emmylou Harris, que fueron mi calzada de piedra hacia la música de Rodney Crowell, que después de tres años, nos vuelve a poner en bandeja un disco cuyas canciones me calan en los huesos.
Dieciocho discos ya a sus espaldas,sus canciones al termino americana como exponente claro. Canciones con almas, letras que no debes dejar pasar desapercibidas. Rodney es de la estirpe de gente como Townes Van Zandt, me desgarra la emoción cuando canta en «Life without Susanna» esa estrofa que dice y reza, «life without Susanna started when Townes Van Zandt die..», Steve Earle… canciones que hablan de esas cosas que al final son las importantes. Me emociono (de nuevo) con «Reckless» puedo percibir, oler, sentir «Last night I lay dreaming, I was drinking in a hotel bar, Two women came up and kissed me and you were watching from a distant star…». Su ex y John Paul White unen fuerzas en la country «It aint over». También Sheryl Crow se asoma a la puerta para dejarnos junto a Rodney un maravilloso «I’m tied to ya», de ritmo lento y ardiente.
Intensas «Forgive me Annabel» y «Forty miles from Nowhere», storyteller de mis entretelas en una mezcolanza lingüística de sures lejanos. «Storm warning» saca unas guitarras maravillosas a relucir, me viene a la cabeza mi adorado Alejandro Escovedo. Gloria al sur, venga vale, y al norte, el este y el oeste, que algún día seréis sur de algo. Cierra este maravilloso disco «Nashville 1972», y nada es igual aunque nada parezca diferente.
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