La pudimos ver en España en la última edición de Festival de Cine Europeo de Sevilla tras conseguir la Palma de Oro al mejor director en el Festival de Cannes de 2016. Con este interesante “curriculum” llega ahora el último trabajo de Olivier Assayas, director francés, nombre que se dio a conocer a mediados de los noventa y principios de este siglo por títulos como “Irma Vep”, “Finales de agosto, principios de septiembre” o su interesante “Demonlover” que le han permitido una trayectoria estable jalonada de éxito artístico con obras como la miniserie dedicada al terrorista venezolano “Carlos”, su episodio en la historia coral “París je t´aime” o su anterior cinta “Viaje a Sils Maria” protagonizada por Juliette Binoche pero donde conoció a Kristen Stewart, a la que ha convertido en su principal actriz en este extraño relato.
Y digo extraño, pues Assayas toma un enorme riesgo construyendo un thriller psicológico con puntos en común con el cine de terror y una crítica a la superficialidad de la fama y el egocentrismo en el mundo de la moda. Una asistente personal, la “personal shopper” de la que habla su título original, asqueada por su trabajo y que empieza a contactar con su hermano mellizo fallecido recientemente. Algo así como mezclar el cine de arte y ensayo, con James Wan, David Fincher o el Nicolas Winding Refn de “The neon demon”. De hecho la cinta comienza con una larga secuencia donde Maureen (la “personal shopper”) busca en todas las estancias de una gran mansión algún rastro del espectro de su hermano gracias a sus poderes como “médium”. Según su vida se va convirtiendo en más insoportable y tediosa, el fantasma se va mostrando, dejando pistas y comenzando una conversación por mensajería de móvil que hacen que la joven se obsesione. Interesante idea pero que no termina de estar bien construida por varios factores pero ante todo dos: en una hora y tres cuartos cuenta demasiado, pareciendo varias historias en una, por lo que al final no cierra alguna o las finaliza de forma abrupta, dejando una sensación de que Assayas quiere criticar el lujo y la riqueza obscena pero sin llegar a hacerlo. Como los malos boxeadores amaga pero no pega. El otro es el exceso de protagonismo de Kristen Stewart que monopoliza el noventa por cierto de los minutos en pantalla, con su gesto lánguido y esa forma de interpretar hierática, sin reírse ni mover un músculo que tan de moda está en la actualidad (Casey Affleck ha ganado el Oscar así por «Manchester frente al mar» ). Eso casi siempre es un problema pues el conflicto se suele generar gracias a los secundarios y aquí el otro personaje que tiene relevancia es el fantasma, el resto del reparto aparecen y desaparecen sin que puedan interrelacionar con Maureen, por lo que el final termina siendo confuso y no se entiende bien ni la crítica al mundo de la moda ni el vacío existencial de la ayudante. Eso es el principal defecto que lastra el resultado final, pues las imágenes son atractivas y juegan entre el morbo, la culpa y la redención y que demuestran que en ese territorio Olivier Assayas se encuentra cómodo, incluyendo algunos pasajes donde se mezcla el misterio con lo culto, desde las sesiones espiritistas de Victor Hugo o las pinturas abstractas antes de que surgiera el término de Hilma Af Klimt (que el pasado año tuvo una estupenda exposición en el Museo Picasso de Málaga)
Quizás una vez visto el resultado parece excesivo el galardón en Cannes pero “Personal shopper” contiene escenas hipnóticas y un tono medio aceptable. Lástima que se haya quedado “a medias” pues parece claro que se podía haber hecho mejor y que las expectativas eran mayores pero que demuestran el concepto visual de Olivier Assayas.
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