La carrera de una leyenda de Hollywood como Warren Beatty viene marcada por una trayectoria que le ha convertido en uno de los nombres más cotizados en las décadas de los 60, 70 y 80 (desde su aparición en “Esplendor en la hierba” de Elia Kazan) y que desde los noventa, con “Bugsy”, ha entrado en un evidente declive. Cuatro nominaciones al Oscar como actor (“Bonnie y Clyde” de Arthur Penn, “El cielo puede esperar”, “Rojos” y “Bugsy” de Barry Levinson), varias como productor y guionista y dos nominaciones como director (“El cielo puede esperar” y su única estatuilla ganada por “Rojos”) deberían garantizarle que pudiera seguir “atacando” nuevos proyectos, pero la industria es injusta y olvidadiza con sus “viejas glorias”, como se podía ver en obras maestras como “El crepúsculo de los dioses” de Billy Wilder o “¿Qué fue de Baby Jane?” de Robert Aldrich. Así que tras el éxito artístico de “Rojos”, solo ha dirigido uno de los primeros acercamientos del tebeo al cine como “Dick Tracy”, a inicios de los noventa, y “Bulworth”, en 1998. Casi veinte años para volver a encontrarse tras las cámaras con un rodaje que comenzó en 2014 y que ahora llega a nuestras pantallas, aunque sin fasto, boato ni muchas salas que hayan decidido estrenar la cinta.
Mucho tiempo de espera y la verdad es que tampoco lo ha merecido, pues “La excepción a la regla” es una película irregular que mezcla una historia romántica tópica con una especie de comedia (no sé hasta qué punto voluntaria) de la personalidad del magnate Howard Hughes, todo un personaje de los años dorados; magnate del petróleo, empresario, ingeniero autodidacta, piloto de aviones, productor y director de cine (su título más celebrado es “El forajido”, con una exuberante Jane Russell). Un polifacético carácter; mujeriego (en eso compite con el propio Beatty) y con una esquizofrenia y trastorno obsesivo compulsivo que le hizo esconderse de la humanidad y vivir recluido en una de sus muchas mansiones, y que reflejó Martin Scorsese en “El aviador”, aunque obviando lo mejor de esta interesante parte de la enfermedad mental (en términos cinematográficos, como posibilidad de crear situaciones). El problema que tiene “La excepción a la regla” es que no termina de definirse en ningún momento, por lo que sus más de dos horas acaban resultando agotadoras, pues el Warren Beatty director deja el lucimiento al Warren Beatty actor y su Howard Hughes lleva el peso de la trama, con sus caprichos, narcisismo y un total egocentrismo que impide a sus trabajadores tener ningún contacto amoroso con sus aspirantes a actriz, a las que trata como parte de un particular harén. Como es de esperar, dos jóvenes se enamoran, un chofer y una despierta candidata, que deben luchar contra las tiránicas normas y contra sus diferentes religiones, aunque esto último no queda del todo bien explicado, más que como dato.
Tampoco ayuda mucho la evidente falta de química entre Lily Collins y Alden Enrehreich, los dos protagonistas, aunque bien es cierto que mejoran sus actuaciones en sus réplicas con el Warren Beatty actor. Eso sí, les acompañan una pléyade de secundarios de auténtico lujo como Annette Bening, Martin Sheen, Alec Baldwin, Candice Bergen, Paul Sorvino o Mathew Broderick que junto a la colorista fotografía de Caleb Deschanel dan empaque al producto final y nos ambientan sin problema en el Hollywood de los años cincuenta, aunque la producción adolezca de un presupuesto más holgado. Especial atención es la falta de un músico, ya que la banda sonora se compone de canciones de la época y como tema central el mítico “adagietto” de la quinta sinfonía de Mahler, que tan buen partido le sacó Luchino Visconti en su obra maestra “La muerte en Venecia”. “La excepción a la regla” queda lejos de ese “tótem”, incluso de lo mejor de Warren Beatty y solo consigue un “aprobado raspado”, pero solo por estar realizada por una personalidad tan influyente en el mundo del cine merece la oportunidad de visionarse.
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