Drácula es un clásico de la literatura de terror de finales del siglo XIX al que el cine del siglo XX convirtió en mito. El personaje imaginado por el irlandés Bram Stoker ya había inspirado obras maestras del cine como Nosferatu (1922, de F. W. Murnau) o Drácula (1931, de Tod Brownning con Bela Lugosi en el personaje del conde). Incluso considero muy interesante el Drácula (1958, de Terence Fisher) de la productora británica Hammer, con la inolvidable pareja formada por Christopher Lee y Peter Cushing como Drácula y Van Helsing respectivamente. Cualquiera de las citadas es totalmente recomendable, aunque por motivos muy distintos. Pero aún faltaba una última adaptación, quien sabe si la definitiva, sobre el inmortal conde vampiro. La peculiar visión del mito vampírico de un genio del séptimo arte llamado Francis Ford Coppola.

La novela de Bram Stoker se publicó en 1897 y tiene una curiosa estructura epistolar, es decir, está formada por cartas escritas por los protagonistas de la novela. No hay un narrador único, son los distintos personajes los que van narrando cada parte de la historia desde su punto de vista. Cabe destacar que Bram Stoker no especifica el origen del conde ni lo liga al personaje histórico de Vlad Tepes. Aunque la película de Coppola se llamó Drácula de Bram Stoker, como si fuera la más fiel adaptación del original, es la película más fiel al libro pero no está exenta de importantes modificaciones.

Primeramente, en el guión de James V. Hart se identifica al personaje histórico de Vlad Tepes, conocido como El empalador, con el conde vampiro. Tal identificación no aparece en la novela de Stoker. Es más, el guión hace que Vlad se transforme en vampiro por amor. Mientras Vlad pelea por la cristiandad para frenar el avance del imperio otomano, llega a su amada la falsa noticia de su muerte en batalla. Su prometida no puede soportarlo y decide suicidarse para reunirse con él. Tras años luchando por la cristiandad, Vlad recibe como recompensa la muerte de su amada. Vlad pierde la fe en Dios y reniega de Él, convirtiéndose para siempre en un vampiro.

En el libro las intenciones iniciales del conde son las de trasladarse a Londres en busca de un nuevo territorio de caza. Es un vampiro implacable, un verdadero hijo del demonio. Con motivo de realizar los trámites para la compra de propiedades han ido hasta su castillo en Transilvania Renfield (que ha acabado trastornado) y su sustituto, Jonathan Harker. Pero en la película se introduce alguna variante: el conde tiene aspecto de un anciano de 400 años y descubre por casualidad el retrato de la prometida de Jonathan Harker: Mina. En dicho retrato el conde cree reconocer al amor perdido trágicamente hace siglos. Puede que aún quede esperanza para un viejo vampiro condenado a vivir eternamente en soledad. El amor puede aliviar su eterno dolor. Así pues, lo primero es retener en el castillo al prometido de Mina, Harker quedará en el castillo no sólo para que no desvele los planes del conde de trasladarse a Inglaterra sino también para allanar el camino al vampiro. Después, Drácula decide cambiar su aspecto para conquistar a su amada, en el largo viaje en barco hacia Inglaterra se alimentará de los marineros e irá rejuveneciendo.  Este toque de vanidad le hace más humano, no es sólo un monstruo sediento de sangre, tiene sentimientos. A pesar de ver al conde convertido en lobo, murciélago, ratas o niebla verde, se nos presenta más humano y vulnerable que nunca. Cosas del amor.

La interpretación Gary Oldman dista mucho del Drácula que habíamos visto en películas anteriores. La apariencia física del personaje (un viejo con larga túnica o un joven con largas melenas y patillas) es todo un contraste con las versiones de los míticos Bela Lugosi o Christopher Lee. Por cierto, es la única adaptación en la que se ha respetado el hecho citado en la novela de que el conde tiene pelo en las palmas de sus manos (al menos cuando tiene apariencia de anciano). En la parte final del film, más que un terrible monstruo Oldman interpreta a un Drácula enamorado y acorralado que intenta escapar de sus captores. Más que un monstruo, su Drácula es un héroe romántico. Oldman necesitó hasta 5 horas de maquillaje diarias lo que es un hándicap para un actor a la hora de expresarse. A pesar de ello, Oldman se las arregla para exhibir toda esa gama de gestos que forman parte de su estilo interpretativo cercano al histrionismo. Oldman estudió el acento del personaje y pone una voz mucho más grave cuando interpreta al conde envejecido, en el doblaje al castellano se usaron las voces de dos actores de doblaje.

También el personaje de Mina sufrió alguna transformación. En el guión, Mina cae perdidamente enamorada del conde Drácula y su nuevo aspecto de joven caballero centroeuropeo. En el libro, Mina cae bajo el poder hipnótico de Drácula pero nunca se declara perdidamente enamorada del mismo ni es infiel a su prometido con el conde. Mina es usada por el vampiro para adivinar los planes de quienes quieren darle caza, pero no existe una apasionada relación sentimental entre ellos. El guión del film transforma una historia de terror gótico en una bizarra película romántica. Sin embargo, esta relación queda forzada y poco creíble. Los hechos ocurren muy deprisa, con un ritmo que se acelera cada vez más, sin dar tiempo a justificar los cambios ocurridos en los personajes ni a profundizar en ellos. Un enamoramiento tan fugaz y apasionado por parte de Mina no resulta veraz, sobre todo si tenemos en cuenta la capacidad de Drácula para hipnotizar y controlar la voluntad. Posteriormente veremos escenas en las que Drácula no quiere convertir en vampiro a su amada y condenarla así a la vida eterna. Lo que parece indicar que el amor de Drácula es verdadero, pero ella sí desea acompañarle eternamente ¿Hemos de suponer que ella lo decide libremente? Winona Ryder (musa de la generación X) fue la elegida para encarnar a Mina, no lo hace nada mal. Las escenas entre ella y Oldman desprenden bastante química y pasión. Pero el erotismo desaforado del film no está presente en la novela de Stoker, es una novedosa aportación del guión que funciona francamente bien.

También el personaje de Jonathan Harker sufre alguna variación, queda en segundo plano tras escapar del castillo del conde, casi no aparece en pantalla, cuando lo hace su pelo se ha vuelto blanco pero no se dice nada al respecto. Tampoco la plana interpretación de de Keanu Reeves ayuda al personaje. Cabe destacar las sensuales escenas en las que Harker es retenido en el castillo por las tres vampiras, una de ellas estaba interpretada por Mónica Bellucci. El personaje del lunático Renfield fue interpretado por el gran Tom Waits. Para el personaje de Lucy se contrató a la eficiente Sadie Frost.  ¿Y Van Helsing ? Anthony Hopkins había atemorizado a medio mundo con su Hannibal Lecter de El silencio de los corderos en 1991 y fue un Van Helsing más que digno. Aquí se le dio un cierto toque excéntrico (se pone a bailar con Mina sin venir a cuento) pero es tan efectivo como el interpretado por el legendario Peter Cushing. Hopkins también presta su voz como narrador e interpreta al sacerdote del prólogo. Curioso matiz, el mismo actor interpreta a un religioso y a un científico separados por 400 años, las dos caras del progreso.

Supongo que Coppola aceptó el encargo de rodar Drácula apremiado por los escasos beneficios de películas tan costosas y complicadas como El Padrino 3 o Apocalypse now. Por una vez, Coppola estaba dispuesto a ajustarse al presupuesto inicial y cumplir con los plazos de rodaje marcados. Reunió a todos los actores meses antes para leer el libro original y que fueran aportando ideas para sus personajes. El rodaje se hizo todo en el interior de un estudio, lo que facilitó las cosas. Incluso les sobró un día de los 42 que estaba previsto que durara el rodaje. Coppola no modificó el guión y se limitó a plasmarlo en unas sugerentes imágenes. Si los personajes no quedan bien definidos creo que se debe al guión más que al propio director. Aunque fuera un encargo, quería dar un gran espectáculo a la altura del mito. Toda la puesta en escena del film es propia de una ópera. Uno de los muchos elementos que me fascina del film son los efectos de sonido, en el film hay cientos de voces susurrantes, viento y aullidos de lobo que contribuyen a crear una atmósfera de pesadilla. También creo que hay que destacar el uso de las sombras, las sombras parecen expresar las verdaderas intenciones del conde. Mientras él parece estar tranquilo, su sombra intenta estrangular a Harker al descubrir a su prometida. Igualmente la mancha de tinta negra se cierne sobre el cuello de Mina como si de una amenaza se tratara. Coppola reconoció que copió el uso expresionista de las sombras del film Vampyr, La bruja vampiro (1932) de Carl Theodor Dreyer. Igualmente la forma de levantarse del ataúd del vampiro la tomo prestada del Nosferatu de Murnau. También las escenas de batallas del inicio están hechas a base sombras chinescas como las de Kagemusha de Akira Kurosawa. Coppola se permite el lujo de copiar/homenajear a los grandes maestros del cine. Ya se sabe que los malos artistas copian y los buenos roban descaradamente.

Los excesos visuales (casi barrocos) son toda una delicia para el espectador. Francis Ford Coppola encargó la fotografía al prestigioso Michael Ballhaus  mientras los simples pero efectivos efectos visuales corren a cargo de su hijo Roman Coppola. Dichos efectos visuales fueron casi artesanales, usando técnicas tan antiguas como el mismo cine tales como el uso de espejos, acelerar o ralentizar la imagen o pasar los movimientos a la inversa. Incluso Coppola incluyó unos planos rodados con una cámara antigua como homenaje al centenario del nacimiento del cine.

La diseñadora japonesa Eiko Ishioka fue la responsable de los imaginativos diseños de vestuario, siendo sus trajes una parte importante del decorado y un elemento primordial para entender la psique de los personajes. Los colores y las texturas de los trajes no están elegidos nunca al azar, todo tiene un significado. Algunos vestidos y peinados como el del Drácula anciano se inspiraban en trajes tradicionales japoneses o cuadros de Gustav Klimt. También la excelente partitura del compositor polaco Wojciech Kilar confiere al film una peculiar atmósfera entre romántica y fúnebre. El manierismo audiovisual del film obtuvo 3 merecidos Oscars: vestuario, efectos de sonido y maquillaje.

Se dijo que el montaje original duraba 145 minutos y que contenía escenas de alto contenido violento y sexual que fueron retiradas por los productores pensando en la taquilla. Una pena, Coppola tuvo que plegarse a las exigencias de los productores. Al menos, algunas escenas se incluyeron en posteriores ediciones en DVD y blu-ray, tampoco era para tanto.

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El Drácula de Coppola es una experiencia audiovisual alucinante incluso 25 años después de su estreno y quizás la última gran película del mítico director.

Drácula de Bram Stoker (Bram Stoker’s Dracula)

by: Luis Cifer

by: Luis Cifer

Luis Cifer, nació en la ciudad del cierzo. Se dice que siempre viste negro, que Luis no es su nombre real y que duerme en la calle. Otros dicen que tiene un trabajo, que no bebe alcohol e incluso que es padre de familia, pero no hay nada confirmado. También se le puede encontrar en su blog de cine.

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