“Juana La Loca” es el sueño de la actriz y directora escénica Angie Cortejosa. Un monólogo de tres cuartos de hora sobre las últimas horas de vida de Juana de Castilla, encerrada por enfermedad mental por su padre y su hijo para mantenerla alejada del trono. Unos progenitores y vástagos que la historia no ha juzgado con severidad, tanto Fernando “El Católico” como Carlos I.
La obra comienza con una “voz en off” que nos sitúa en escena, con una Juana cautiva en Tordesillas durante cincuenta años. Anciana, quejumbrosa y amargada, tras una vida presa siendo hija y madre de rey, tal vez sea ese el motivo de su custodia. Una mujer que en la soledad de su aislamiento cuenta la historia de su vida, sin miramientos, con el rencor y la desazón que le ofrece la edad y la traición de sus familiares.
Para ello, Cortejosa se basa en un texto lo suficientemente potente para mantener el interés, una dramaturgia acertada que pasa de un tema a otro sin que los espectadores nos demos cuenta. Ella es la “reina” de la función, siendo la autora, la directora escénica y la única actriz. Un espectáculo “a su medida” donde sale bien parada del envite, pues a la elegancia del “libreto” hay que sumar una dirección escénica inquietante y atrayente, donde se mueve por el escenario entre el drama, la tragedia y el cine de terror. Diferencio drama y tragedia, desde el punto de vista clásico, con el conflicto generado por las acciones de los personajes o por el funesto destino que marca a la protagonista sin que ella pueda elegir, ya que parece que Cortejosa se inclina más por la enajenación de su Juana, encarcelada por motivos que escapan de los criterios médicos. A ello, ayuda una iluminación con focos fríos, las velas situadas estratégicamente y el humo y la oscuridad que plasman a la perfección la atmósfera tétrica donde se mueve su “real criatura”. No es el único guiño al cine de horror, pues la escenografía está presidida por un ataúd, un reclinatorio con una enorme cruz cristiana en su parte central y una cuna que se mueven sin ayuda de mano humana. Recursos escenográficos que nos sumergen en la profundidad de la mente de su desdichada mujer, que se debate entre la fina línea roja que separa la locura de la cordura, acompañada de una banda sonora “heladora” donde se pueden escuchar fragmentos de cintas tan desasosegantes como “Expediente Warren” de James Wan. En ello demuestra la claridad de ideas en su propuesta y el hecho de ser monólogo y una mujer sola en escena junto a la cercanía de un ataúd nos recuerda a otro portento teatral como es el “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes, que es curioso pero comenzó siendo una novela para convertirse en teatro. Como la Carmen Sotillos de la inmortal obra, Juana también nos cuenta su insatisfactoria vida.
Y en eso es donde destaca más este “Juana la Loca”, pues la interpretación de Angie Cortejosa es sublime. Bien caracterizada como enajenada anciana, la actriz imposta la voz de forma admirable, unido a un perfecto control gestual y dominio de mil recursos actorales. Se nota un enorme talento y un duro trabajo durante años. Una actriz del método, como se decía de los sacados en los años cincuenta por la escuela de Lee Strasberg. Solo por eso merece la pena pagar la entrada y desde aquí nos alegramos de que nuevos textos creados por nueva gente lleguen a nuestra cartelera. Señal de que todo no está perdido todavía, pues “Juana La Loca” une el teatro clásico con estos tiempos donde solo parece interesar en las nuevas propuestas temas de “rabiosa actualidad”. Un diez por ella.
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