Cuando salta a la palestra el nombre de Kreator, no puedo evitar retraerme hasta 1987. Crecíamos a golpe de cervicales con el thrash metal americano y de pronto, llegan unos tipos desde Alemania, más brutos, más rudos, más crudos, más malvados. El descubrimiento de «Terrible certainty«, desde su portada hasta la última canción fue una auténtica patada en los cojones, un continuo headbanging. Y por supuesto, me vienen a la cabeza las canciones de «Extreme agression» mi disco de la banda, la piedra filosofal que todo grupo necesita si tiene la calidad suficiente, para que nadie ose a dudar de su credibilidad. Kreator son la gran banda de thrash metal, no solo alemán, me atrevería a decir que europeo. Cada cual tendrá su propio interés, su propia opinión, pero si nos atenemos a niveles de aceptación, los de Petrozza se ganaron el trono hace mucho tiempo. Reconozco que Kreator es una de esas bandas que nunca me han defraudado, a pesar de que los devaneos de «Renewal» no terminaron de convencerme al cien por cien, reconozco que es un disco que he ido apreciando con el tiempo.
En mis manos tengo su nuevo disco, han pasado ya cinco años desde «Phantom antichrist», y es cierto que la lección de violencia de Petrozza y los suyos ya se echaba en falta. Este «Gods of violence» sigue la estela del anterior, sobre todo en la inclusión de partes más propias del heavy metal, especialmente del de corte alemán, pero también tiene reminiscencias de sus tiempos pasados. Cierto es que hay partes que a los die hard fans de sus momentos pasados, les cueste asimilarlas, pero la verdad es que han sabido combinar a la perfección pasajes de brutalidad máxima con otros donde la melodía toma forma. Tras la intro de rigor, «Apocalypticon», la fuerza bruta se hace expresión duradera de la mano de «World war now», destacando esa parte central en la que explotan la melodía sin dejar de sonar potentes antes de dejarnos un solo frenético. «Satan is real» es la canción que presentaron en sociedad y que particularmente me parece un temazo, desde ese riff potentísimo, la batería de Ventor que marca un ritmo bestial, pero aderezado con melodía a raudales, que es la marca de la casa actual de la banda. Ese estribillo se queda en tu cabeza grabado a fuego.
«Totalitarian terror» recupera su faceta más agresiva, a una velocidad altísima, destrozan timpanos sin compasión. La canción que da nombre al disco comienza con calma que rapidamente da paso a una tormenta de decibelios imparable, con un Petrozza a nivel vocal impecable y un estribillo con puntillo folk. «Army of storms» vuelve a incidir en la fórmula actual, tralla y melodía, especialmente en el estribillo, que contraresta el ataque frontal de la estrofa. «Hail to the hordes» cuenta con la participación de Boris Peifer de In Extremo y su gaita, que añade ese punto épico. Ojo al comienzo de «Lion with eagle wings», que rezuma tranquilidad, incluso puede desconcertar, pero tranquilos, son solo unos segundos hasta que la explosión de decibelios detone y haga peligrar seriamente tus cervicales.
«Fallen brother» se aleja de tesituras propias del thrash metal para meterse de lleno en el heavy metal tradicional propio de compatriotas y coetáneos como Grave Digger. Pero tranquilos, con «Side by side» se aceleran al límite, sobre todo gracias a la batería y vuelven a ofrecernos una descarga de potencia bruta y un estribillo conciso y directo. «Death become my light» pone punto final, durante siete minutos de gloria, desde ese comienzo melódico que pronto se ve invadido por la galopada de riffs, y el tono más propio del heavy metal que adoptan durante la canción volviendo a recalcar la parte melódica justo antes del final.
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