1. Black Mountain – IV
Para su cuarto álbum, Black Mountain mezclaron lo mejor de sus dos primeros trabajos con algo del tercero. Añadieron estelas de krautrock y dejes floydianos, y resultó un trabajo delicado, tan lleno de detalles y atmósferas como de melodías radiables. La escucha está lejos de ser dura; al contrario: es agradable y adictiva. Un disco fascinante, complejo y cuidado.
2. Drive-By Truckers – American band
Rock sureño sin tópicos de rock sureño. Son sus melodías, sus estribillos y sus ambientes, pero no sus letras ni sus rasgos. Dejando a un lado el músculo y la testosterona, los Drive-By Truckers reinterpretan el sur y su identidad desde un punto de vista reflexivo y humano. Pocas canciones divertidas, muchas emocionantes. American band es redondo y atrapante. En una canción: «Surrender under protest».
3. Mudcrutch – 2
Como si el rubio hubiese recuperado la ilusión que rara vez se tiene cuando hace treinta años que no eres joven. Aunque aquí comparte la tarea vocal con sus compañeros, Petty canta igual que siempre algunos temas que son, esencialmente, lo que queremos escuchar de él. A estos, sus compañeros añaden algunos rocanroles sencillos, rodeando más de una balada. No hay alardes de ningún tipo, y ni falta que hace.
4. Morgan – North
Una mezcla fascinante de muchos estilos populares en el siglo XX: blues, rock, jazz, gospel, folk. Hay solos de guitarra, mucho piano y, de entre todo, emerge una voz maravillosa, la bandera de unas composiciones sin denominación de origen. Lo que parece melancolía es, en realidad, nostalgia. Un debut de los que ponen techo a una carrera. El tapadillo del año.
5. Brian Fallon – Painkillers
A Fallon le ha sentado más que bien deshacerse del yugo de su banda madre. A su aire, obviando las ataduras y expectativas que un nombre como Gaslight Anthem acarrea, se lanza al folk rock de cabeza. Canciones llenas de armonías vocales, rítmicas en acústico y las melodías que plagan las baladas de su banda madre. Americano, rural y sentimental, como compuesto en un cobertizo.
6. Luke Winslow King – I’m glad trouble don’t last always
En este disco, corto y adictivo, el swing, el rock & roll y el blues suenan como empapados por los lodos de Luisiana. Algo oscuro -a través de sus canciones, King reflexiona y supera su ruptura-, pero luminoso en su recta final, es el disco con mejor sonido de su carrera y el que canciones más abiertas y divertidas contiene, conciso y fácil de escuchar. Y luego, las pinceladas mágicas de Roberto Luti.
7. Brother Hawk – Big medicine
El rock americano de esta banda está a nivel de clásicos. La casi totalidad de canciones son un crescendo continuo, riffes que acaban en estallidos, estribillos que se inflan tras cada puente. Composiciones que, desde el principio, hacen acumular emociones que se desbordan al paso de los minutos. Una banda rodada y honesta que parece haber nacido para dedicarse a esto.
8. Devin Townsend Project – Trascendence
Prolífico y rompedor de esquemas, Devin Townsend vuelve a grabar canciones inclasificables, llenas de arreglos orquestales y voces extremas, melodías de cine y montones de giros sorprendentes. Suena a muchas cosas, suena a Devin Townsend.
9. Crippled Black Phoenix – Bronze
El proyecto de Justin Greaves, aunque ya no sorprende como en la época del I, Vigilante, crece facturando lo más alucinante y cercano a Pink Floyd que he podido encontrar. En Bronze, además de duras descargas de guitarra que pillan por sorpresa, volvemos a encontrar temas eternos en los que sumergirse, atmósferas a tempos lentísimos que, sin llegar a extremos doom, dilatan las notas y los efectos como si el tiempo no pasara.
10. Testament – Brotherhood of the snake
No soy habitual del thrash metal, pero he pinchado Brotherhood of the snake mucho más de lo que un traumatólogo permitiría. Es bueno, muy bueno, pero nada recomendable para cervicales delicadas. Guitarras que segan y ritmos que provocan socavones. Diez temas veloces que aúnan todo lo que se le puede pedir al thrash metal y a una leyenda viviente como es Testament. Todo.
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