Blue ruin es una de esas películas independientes que nacen aparentemente con pocas pretensiones pero que te sorprenden gratamente. No innova en la forma de entender el cine ni va a suponer un antes y un después en la historia del séptimo arte, pero sí ha sido un agradable soplo de aire fresco para el redactor de estas líneas.
Blue ruin es una historia de venganza y violencia pero desde una perspectiva distinta. No tenemos al típico protagonista que se toma la justicia por su mano, tipo Charles Bronson o Stallone, más bien a todo lo contrario. Blue ruin es un canto al anti héroe, quizás el tipo menos heroico que hayamos visto en mucho tiempo. Sorprendentemente, el guión consigue meternos en la historia y no nos suelta durante todo el metraje. Las aventuras y desventuras de tan curioso protagonista no están exentas de giros argumentales que nos mantienen siempre a la expectativa. Blue ruin tiene el mérito de no ser la misma historia de siempre y aportar algo novedoso, amén de estar bien rodada y escrita.
Me resultó muy acertada la forma de mostrar cómo la venganza puede convertirse en el motor de la existencia de una persona y ser a la vez su redención. Nuestro protagonista (genial interpretación de Macon Blair) vive sin un objetivo en la vida, lo ha perdido todo y ya no espera a nada. El conocimiento de una terrible injusticia que afecta a su familia le pondrá nuevamente en marcha. La venganza será el motor de su existencia y su único objetivo. Para ello debe volver a integrarse en la sociedad y reabrir viejas heridas. Las cosas no saldrán como esperaba y su inicial venganza desencadenará algo mucho más peligroso e incontrolable. Es ahí cuando llegamos a otro tema fundamental del film, la importancia de la familia. Como en Romeo y Julieta, los personajes se agruparán en torno a dos familias enfrentadas envueltas en una suicida espiral de violencia. Quizás la violencia sea una salida tan fácil como fallida para solucionar los problemas, ya sabemos que la violencia siempre genera más violencia. Pero los personajes del film no están educados en el perdón, las afrentas se pagan, ojo por ojo, cueste lo que cueste. Lo cual no lleva a otro tema capital del film: el a todas luces excesivo arraigo de las armas de fuego en la cultura norteamericana. Las armas parecen estar presentes en casi todos los aspectos de la vida familiar de los personajes del film. Hasta debajo de un sofá podemos encontrarnos un arma cargada.
Jeremy Saulnier dirige con mano firme su propia historia. Nada falta ni nada sobra en su sobrio film. Nada de alardes técnicos, ni moderneces ni superfluas voces en off. Con un ritmo muy acertado su película alcanza buenas dosis de suspense. Recomendable.
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