Cada día duele más ver las noticias. Cada momento sirve para alimentar la intolerancia. Malditos sean aquellos que se empeñan en llenar el mundo de dolor, los que convierten las palabras en mensajes bastardos para justificar el odio y la violencia, y las conducen desbocadas hacia el dolor ajeno. Malditos esos que justifican su ignorancia como mensaje divino, y no menos malditos, los que han creado las circunstancias para que todo ello surja. El amor solo tiene un camino, el nombre que le quieras dar es indiferente, no es necesario, el amor no entiende de sexos, solo de sentimientos, con fortuna correspondidos. Aquel que se empeña en cegar sus ojos con ira, en convertir su intolerancia en una lucha, no tiene cabida en este mundo nuestro, que se empeña en avanzar a pasos agigantados hacia un pasado tenebroso. Malditos los que llenan sus manos de sangre, y los que que nublan sus pensamientos, que también son culpables en distinto grado. En estos tiempos de banderas por doquier, de mensajes manipulados, de dolor a conciencia, solo nos queda apretar los dientes y seguir luchando, porque rendirse, en facilitar la victoria de todos aquellos incapaces de comprender, que al final, todos somos iguales dentro de nuestra diversidad.
El hombre es capaz de lo peor que asole nuestras tierras, pero afortunadamente, también es capaz de crear la belleza, de alimentar su alma, sobre todo a través de la música. Aún podemos ser libres, porque nuestro espiritu es capaz de volar al son de unos acordes, que nos abrace y nos susurren palabras de libertad. La felicidad a veces está tan cerca, a la distancia de una caricia, en el tiempo que dura una canción. Hay discos que cuando llegan a ti, se convierten en llave que abren la puerta correcta, como es el caso de este «Big medicine» de Brother Hawk. Tras esa preciosa portada, se refugian 10 canciones capaces de hacerte sentir y de calar tus huesos. Los de Atlanta, traen su medicina redentora plena de rock sureño, rebosante de elegancia, clase y calidad. Capaces de facturar un disco sin idas y venidas, un disco lleno de grandes canciones que deberían estar aquí para quedarse para siempre en nuestros oídos, en nuestro rincón.
La primera canción de un disco, es esa primera impresión, esa sonrisa franca, que te lleve a querer conocer a alguien, y con «Have love, will travel», consiguen que el interés crezca por momentos. Historias cotidianas, formas de vivir, risas y lágrimas, amistades y disputas, todas ellas con una fantástica banda sonora, de la que cada uno de nosotros, nos apropiáramos para acompañar nuestras propias historias. Difícil resistirse ante canciones como «Half empty», «No room to rust» o «Ghosts». Brother Hawk han bordado un primer disco que te deja la sensación, de que si estos tipos son capaces de mantener este nivel en próximas grabaciones o de aumentarlo, se deberían de derribar todos los muros que se construyen alrededor de este mundo nuestro del rock, para que por sus demolidas ventanas sonasen sin parar sus canciones, ¡que coño!, eso es algo que ya debería suceder.
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