En un período musical en el que muchísimas bandas buscan desesperadamente una enésima vuelta de tuerca musical que les coloque como mascarones de proa de cualquier movimiento, muchas veces, lo que consiguen es un quiero y no puedo; un manual sobre cómo no proceder, perdiéndose así entre tantísimas influencias mal traducidas a la hora de llevarlas a la práctica. Y sobre esto reflexionaba mientras escuchaba la sencillez y la solidez de los alicantinos Carcoma. Formados a finales del año 2004 en la pequeña localidad de Gata de Gorgos, y después de haber pasado incontables años girando por todos los lugares de la geografía de la Comunidad Valenciana y España, editaron su primera maqueta en el año 2005, titulada Adictos al rock n roll. Compuesta por siete temas, recogía los anhelos de una formación, que siempre tuvo como eje principal a la hora de elaborar canciones la chulería y el descaro del Rock clásico.
En 2010, con la edición de su ópera prima, Mejor en el infierno, el combo dio un paso adelante: una propuesta musical mucho más madura y sin los vicios inherentes a las demos que uno suele encontrar en, prácticamente, todas las bandas que empiezan. Incluso en las más grandes. En 2015, después de un proceloso proceso de composición y elaboración tanto de letras como de melodías, el segundo larga duración del combo formado por Vicent –voz y guitarra-, Jaume –bajo-, Juanvi –guitarra, voz-, Paco –guitarra-, Cento –batería-, llamado Contra viento y marea.
Es éste un álbum que, a través de sus catorce canciones, muestra el camino insondable del Rock clásico. Fieles seguidores de 091, Barricada, The Rolling Stones o The Ramones, el conjunto alicantino realiza una serie de canciones que reflexionan sobre las viejas historias del género: cortes como En el parque, Sólo quiero rock n roll, Tu nombre es nadie o Rock en las venas son exaltaciones sobre el estilo de vida sencillo, placentero y optimista del Rock urbano, de la mano de la cotidianeidad; inevitable no vislumbrar en el estupendo buen hacer instrumental de la banda –atención a los coros y a las estupendos punteos de la guitarra solista-, la influencia, también, de otros grandes nombres como Leño o Platero y tú. Chaquetas de cuero, un estupendo tema de Punk aderezado con un estribillo más dulce, remitente al Power pop de Redd Kross, enseña que es posible sincronizar el estilo desenfadado, directo y, en ocasiones crudo de la banda, con la sencillez y la dulzura del Pop.
No sólo en las canciones de tempo más acelerado demuestran su pericia instrumental; en medios tiempos como Montaña triste, la formación alicantina reflexiona directa y lúcidamente sobre el egoísmo y la incesante búsqueda de la felicidad del ser humano, no sin dejar una ventana abierta al cambio; sin artificios, metáforas complejas –y a menudo absurdas en el afán por muchos grupos de querer reinventar la lírica-, el quinteto pergeña una letra en la que todos nos podemos sentir identificados; y ésa es la grandeza de este género y de la banda. Un disco homogéneo que muestra pocos puntos débiles –por mencionar alguno, quizás, sería el de melodías que guardan semejanzas entre sí-, y muchos fuertes: la base rítmica en su conjunto –un álbum solidario y equilibrado en el cual se notan los años y experiencias vividas-, las guitarras –escuela Keith Richards y Ronnie Wood-, un bajo y batería con mucha pegada y fuerza y, sobre todo, como decíamos en el segundo párrafo: la cercanía y naturalidad de la banda. En tiempos en los que muchos grupos intentan forjar o crearse una identidad intentando abrazar la pseudo-vanguardia del momento, bandas como Carcoma, con su estilo tan definido y clásico, rememora los días de vino y rosas del Rock de los setenta y ochenta. Recomendable para todos los amantes del Rock en general.
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