En 1952 Patricia Highsmith (autora de El talento de Mr. Ripley y Extraños en un tren) publicó bajo seudónimo El precio de la sal, una novela sobre el amor entre dos mujeres. Highsmith era una exitosa autora de novelas de intriga y esta historia podría acabar con su carrera. No olvidemos que la misma autora pasó por clases de reeducación sexual para intentar curar su homosexualidad. Ahora, casi 65 años después, Todd Haynes nos ofrece su adaptación cinematográfica.
Haynes es un director que todavía no había demostrado todo su potencial. Su primera película, Velvet Goldmine, era una fallida recreación de la época glam de David Bowie. También I’m not there se inspiraba en una estrella musical, en este caso Bob Dylan. Sin embargo, su mejor trabajo hasta la fecha era Lejos del cielo, una historia de represión en los años 50. Haynes vuelve con Carol a una historia sobre mujeres reprimidas.
Si otras aproximaciones recientes al mundo de la homosexualidad femenina han sido polémicas por dejar muy poco a la imaginación (La vida de Adéle), Carol es todo lo contrario. Nada de excesos. Carol es lo más parecido que se puede hacer hoy día a un film romántico de los años 50. Haynes parece haber querido contar esa historia de amor entre mujeres de la manera en que se debiera de haber contado cuando se publicó la novela si ello hubiera sido posible. Haynes hace gala de una gran contención y un bello estilismo. Realmente ha sido un acierto optar por esta manera de contar la historia. Bajo esa aparente formalidad se esconde un mundo de pasiones ahogadas por una opresora sociedad a la que todavía le quedaba mucho por avanzar. Han pasado 6 décadas desde que se publicó la novela y aún nos queda trecho por recorrer.
Volviendo al film, Carol es una buena película a la ninguna objeción formal se le puede poner. Tiene una ambientación meticulosa y un apartado técnico exquisito. Así son el vestuario, la dirección artística o el maquillaje. Debo destacar la partitura del gran Carter Burwell, la verdad, me pareció lo más inspirado y emocionante del film. También son perfectas las encarnaciones que de estas dos mujeres hacen Cate Blanchett (excepcional como de costumbre) y Rooney Mara (sorpresivamente acertada). Me gustó el retrato de estas dos mujeres de edades y clases sociales tan distintas en un mundo dominado por hombres en el que salirse de los roles establecidos se pagaba muy caro.
Todo perfecto pero, en mi humilde opinión, falto de alma. Una película perfecta no es una obra maestra. Las obras maestras poseen la cualidad de emocionar al espectador cada vez que se visionan. Sin embargo, Carol no alcanzó tal nivel ni siquiera la primera vez. Me resultó algo fría y distante, como si quisiera mantener la compostura tal y como se ven obligadas a hacer sus protagonistas. La película me gustó pero no me llegó a seducir. Me esperaba algo más.
Pendiente de una corrección formal Haynes ha perdido buena parte de la emoción que esta historia debería transmitir.
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