Fernando León de Aranoa ha sido durante mucho tiempo uno de mis guionistas y directores favoritos del cine español. Sus inicios fueron más que prometedores con las recomendables Familia, Barrio y Los lunes al sol. Su cine busca hacer pensar al espectador mientras dedica una certera mirada a los problemas de nuestra sociedad. Si bien Familia fue un experimento que salió francamente bien, tanto Barrio como Los lunes al sol configuraron un nuevo y particular cine social que tan poco predicamento ha tenido en ente país. Siempre me pareció inexplicable que un problema endémico de nuestro país como es el desempleo no hubiera tenido un adecuado tratamiento en nuestro cine. Tuvo que llegar León de Aranoa y Los lunes al sol para retratar el problema del paro de una forma digna. También la prostitución atrajo la mirada de León de Aranoa en la estimable Princesas. A partir de ahí su cine perdió algo de fuelle con Amador y nada hemos sabido de él en mucho tiempo. Demasiado.
Parece que Fernando León de Aranoa ha vuelto por la senda del buen cine con este arriesgado proyecto de proyección internacional. Aranoa adapta la novela Dejarse llover de Paula Farias y nos sitúa en la guerra de los Balcanes de hace justo 20 años narrando las peripecias de unos cooperantes en busca de una cuerda. Algo tan sencillo como una cuerda se convierte en el McGuffin del film y gracias a él vamos descubriendo un país devastado por la guerra. El film se hace ameno a pesar de la dureza del tema tratado. Aranoa, como en sus mejores trabajos, salpica la trama de momentos de humor que no hacen olvidar los terribles hechos que narra pero sí hacen el visionado del film bastante llevadero.
Aranoa no muestra el horror en primera persona sino sus consecuencias, el peligro no se ve pero se intuye. Su guión no da soluciones ni pretende llegar a ningún sitio. Es una fotografía de una situación concreta, podemos extrapolar todas las consecuencias que queramos pero Aranoa no parece decantarse por ninguna. Se limita a mostrarnos una cruda realidad. Obviamente asistimos a los horrores de la guerra y los sinsentidos de situaciones realmente absurdas pero no por ello menos dramáticas. También se pone de relieve el ambiguo papel de los cascos azules como la poca efectividad de los acuerdos internacionales. Aranoa baja a ras de suelo y nos muestra el día a día de una zona todavía con muchos problemas por solucionar. Su película se centra en el día a día de los civiles más que en la gran política y los combates. El humor sirve de hilo conductor y de bálsamo entre tanto horror soterrado bajo una aparente normalidad. Una vez más huye del sentimentalismo y de la lágrima fácil, apuesta por que reflexionemos con una sonrisa a que simplemente nos emocionemos y nos olvidemos. Por cierto, sirva como único apunte negativo, me resultó un poco repetitivo el uso de canciones de rock para ambientar ciertas escenas. No me encajó en el conjunto.
Aranoa ha contado con buenos actores de reconocida solvencia como Tim Robbins y Benicio del Toro. El reparto se completa con Olga Kurylenko y Mélanie Thierry, pero ojito que aquí ambas demuestras que son algo más que unas caras bonitas. Sus personajes son diametralmente distintos a los que nos han mostrado en films como Quantum of solace (Kurylenko) y Babylon A.D. (Thierry). Aquí representan a dos mujeres reales en un mundo real, nada de bellos floreros femeninos en busca de un macho protector.
Yo pasé un rato entretenido con esta película que se disfruta de principio a fin. Fernando León de Aranoa ha vuelto, bienvenido sea.
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