Nos guste o no, queramos o no, en este país en el que nos ha tocado vivir, tenemos la costumbre de apiñarnos en los extremos en muchas ocasiones y en cuanto a gustos y opiniones sobre el rock, no nos quedamos atrás en ese aspecto de la vida. Somos capaces de elevar a los altares a un artista o vomitar ira y desprecio con solo nombrarlo. Muy pocas veces somos capaces de abrazar el término medio, el quedarnos en la esencia y disfrutar, más bien, montamos una cruzada a la más mínima de cambio. Y ojo, que no es solo cosa de fans, que también los medios y el comportamiento de ciertos músicos, alientan el fuego cruzado entre trincheras. Muchas veces se infla la obra y milagros de algunas bandas, como si la vida dependiese de ellos y eso crea esa guerra interna, del que cree a pie juntillas y del que rechaza por sistema. Luego está el que ama u odia, por la única razón de que le guste o no, que al final, es lo que importa. Posiblemente Mago de Oz, sea el ejemplo más claro de canonización por unos, de linchamiento sin miramiento por parte de otros. Está claro que la banda , no eran los nuevos Barón Rojo, como nos querían vender (entendiéndose no solo el aspecto musical) pero tampoco merecían ese ensañamiento perjudicial y continuo, que alguno emprende tan rápido como una banda obtiene éxito más allá de los círculos habituales. Nadie puede negar que sus giras llenaban recintos, y que la gente compraba sus discos.
Alguien me comentaba alguna vez, que tal vez, se metieron en historias más allá de sus posibilidades. No lo se, tampoco quiero incidir demasiado en ello. Lo cierto, es que hace ya tiempo, vimos como se producía una ruptura significativa en la banda, ya que la voz de José Andrëa, venia siendo seña de los días de más éxito del grupo, muy identificable en todo momento, además, desgraciadamente, fue acompañada de algún episodio de los que se deben de intentar evitar. El caso, es que el vocalista decidió seguir su camino, que ya de cierta forma, aunque alguno se empeñase en presentar como algo anecdótico, se comenzó a cimentar con aquel disco de versiones adaptadas. Pero, como parte de esta nueva vida, podríamos considerar primer episodio, el disco debut de Andrëa con sus Uróboros, publicado en 2012, que reconozco que no terminó de convencerme, quizás porque tenia canciones que llevaban tiempo compuestas, hacía que el vínculo no se terminase de romper y eso es muy necesario, para disfrutar de una vida nueva. Para este «Resurrección» las cosas han cambiado y a mi entender, Andrëa ha elegido el buen camino.
Bien elegido el título, después de la enfermedad que lo tuvo apartado, vuelve con ganas, resurgiendo, haciendo lo que mejor se le da, hard rock de corte clásico, con saborcillo a los viejos Whitesnake, Rainbow o a Deep Purple, y algún recuerdo de su pasado, algo que quieras o no, es complicado para el oyente no buscar similitudes, sobre todo con algo tan característico como la voz. Se nota la compañía de Jose Rubio a las guitarras, que suenan muy, pero que muy bien en este disco y Andrëa canta como realmente sabe. Efluvios a los viejos tiempos de Coverdale es lo que te encuentras en la canción que da nombre al disco. «La mujer lobo» navega por los ríos del hard rock rápido, con mucha melodía y ese estribillo en el que me vienen a la cabeza sus correrías con sus antiguos compañeros. «Para que nunca amanezca» tiene un estribillo grande, muy grande. «Sobreviviendo» me vuelve a recordar a Whitesnake, ese aire hard con tintes blues y esos teclados. También suena muy bien «En mi barrio nadie quiere dormir», más gamberra en cuanto a letra, y un sonido hard muy clásico, musicalmente hablando.
Hablando de guitarras, oído al parche con las de «La torre de cristal», y un Andrëa demostrando que su garganta está como nueva. «Redención Bafda» es la balada del disco, para disfrutar de la voz y bueno, de todos en general, que bordan la canción. «Dímelo» es rock and roll, sin aditivos, y bueno, podría haber entrado en algunas de las primeras grabaciones de Mago de Oz. ¡Vive! tiene un comienzo muy Rainbow y unas guitarras potentísimas. «La salida del averno» es una de esas canciones con la que una banda se reivindica, once minutos de buen hacer de todos y cada uno de los músicos. En «Te aullaré» se desmelenan, con cierto aire funk, y por cierto, les queda de escándalo. Terminan con «Jekyll y Hyde», que seguro que esas guitarras os traen buenos recuerdos, para dejar un gran sabor de boca. Un disco de hard rock clásico, con unas guitarras brutales. Es una lastima, que mucha gente no se vaya a acercar a este disco, por prejuicios ya establecidos, ellos se lo pierden.
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