Más que una nueva película de la saga, esta Star Wars: Episodio VII – El despertar de la Fuerza, no es más que un sentido homenaje por parte de J.J. Abrams a la trilogía original. Eso sí, un homenaje de tal calibre que consigue, tal como hiciera en su momento con Star Trek volver a situar el universo de Star Wars en lo más alto y, de paso que la legión de fieles cuando todavía están abandonando la sala ya estén contando los días, meses, años, que faltan para la nueva entrega.
En su momento había curiosidad por saber que sería capaz de hacer George Miller con la nueva entrega de Mad Max, y sólo bastó un par de secuencias para darnos cuenta de que estábamos ante la película del año, y ahora, cuando este 2015 ya va tocando a su fin esa misma curiosidad por ver que sería capaz de hacer J.J. Abrams ante una saga que parecía deambular sin demasiado sentido, y no hemos tenido que esperar mucho, justo en el momento en que el Halcón Milenario volvía a surcar los cielos, para comprender que todo el espíritu de heroicidad y valor de las tres primeras entregas iba a sobrevolar nuestras cabezas hasta el momento de la gloriosa escena final.
Ante nosotros aparecen, cómo así tenía que ser de cara a las nuevas entregas, nuevos personajes, algunos con más fortuna que otros, con un protagonismo especial por parte de una brutal Daisy Rider que consigue ponerse en la piel de Rey para heredar y poner en alza valores que, exactamente igual que la película, beben de lo que la trilogía original ya puso delante de nuestros ojos. Y si Rider merece una mención especial en lo que al aspecto positivo, por fuerza hay que hablar de Adam Driver y su Kylo Ren, sin duda, sobre todo cuando se quita la máscara (perdón por el spoiler si alguien está leyendo esto sin haber visto la película), uno de los peores villanos que se han visto en pantalla en los últimos años.
Nuevos personajes que quedan, excepto el nuevo androide, merecedor de una nueva mención especial, totalmente eclipsados cuanto ante nosotros aparecen los viejos personajes treinta años después del primer combate contra el lado oscuro. De piel de gallina la escena en que el viejo Han Solo junto a su inseparable Chewbacca vuelven a sentirse en casa al entrar de nuevo dentro del Halcón Milenario. No menos emotivo se nos muestra J. J. Abrams al volver a reunir a Harrison Ford y Carrie Fisher en un mismo plano, y es que de eso va esta nueva entrega, de rendir un homenaje que, la verdad sea dicho, se parece en demasía a la primera de las entregas, cosa que no sucedía, todo lo contrario, quizás porque era mucho más fácil hacerlo en el universo creado por Gene Roddenberry, ya que ahí sí que Abrams se nos mostró valiente para darle una más que convincente renovación a Star Trek.
Aquí no, aquí va a lo seguro y decide, sin disimulo, rescatar toda la esencia del Episodio IV, y sacar del baúl a C-3P0 y R2-D2 junto con los ya anteriormente citados Han Solo, Leia. Una calculad apuesta conservadora para que nuevos y antiguos seguidores de la saga asistan a un espectáculo de principio a fin que a lo largo de dos hora, cual río que va a la mar, fluye hasta la última secuencia. Un majestuoso plano final que se aleja de toda la parafernalia con la que nos ha envuelto la película a lo lardo de las dos horas anteriores.
Una escena en la que imagen y silencio se dan la mano para que pasado y futuro se pasen el testigo y nos dejen a todos descontando los días que faltan para la nueva entrega. Eso sí, no podemos pasar por alto ese momento en que la espada láser de Rein nos ha partido en dos nuestro corazón, en una escena que, si decides hacerla, tienes que rodarla tantas veces como sea necesario para que transmita toda la emoción que de ella ha de manar, cosa que no acaba de ser del todo así. Y es que lo que en ese puente pasa no es baladí…
Excelente critica Perem, si ya tenía ganas, con tus apasionadas palabras, mucho más ahora con esa dirección que, aunque conservadora, se agradece que vuelva a la esencia original tras los poco afortunados I, II y III.
Recelo de los nuevos personajes, eso sí…
Para mí fue muy decepcionante y eso que le tenía ganas. Aunque por la ilusión de mi hija valió la pena. Disfruta de las fiestas, master of rock & racket. Abrazo.