Como no tengo una bola de cristal, no se lo que nos deparará finalmente este 2015, que ya casi está esperando que tiremos de la cisterna, para desaparecer por el desague de los años pasados. Desconozco si será el año del comienzo de la regeneración política de este país, donde amparados en la famosa picaresca, hemos terminado rodeados de chorizos al por mayor, que el día que explicaban conceptos como decencia, moral o responsabilidad, se quedaron en algún oscuro rincón viendo películas o escuchando historias sobre como montar el gran golpe de su vida. Me pierdo pensando si despertarán las conciencias, si de verdad daremos un puñetazo en la mesa, en forma de papeleta electoral, y si comprenderemos, que la democracia es algo más que cumplir el día de las elecciones depositando tu voto, y hasta dentro de cuatro años, si te he visto, no me acuerdo. La democracia es exigir a esos a los que has votado, que cumplan sus promesas en forma de programa político, exigirles cuentas cuando las cosas no se hagan como se deben. Claro que estos, están legislando de forma, que señarlarles con el dedo para acusarles de culpables, se pueda tornar en la posibilidad de culparte, ley en mano, obligándote a un silencio cómplice, como lo son todos los silencios.
Lo que si tengo claro, es que este 2015, va a ser un año de muy buenos discos, ya os digo que si, que parece que viejos músicos se han puesto las pilas, los jóvenes vienen pisando fuerte, y los que se eran promesas han terminado de volverse realidades, en muchos casos. Que también hay mucho escombro, ¡no te jode!, a ver si a estas alturas, todo el monte se va a volver orégano. Pero entre los grandes discos de este año, está por derecho propio, «Demon blues» de los australianos Datura4. De una banda compuesta por gente como Dom Mariani,Greg Hitchcock, Warren Hall (The Drones) y Stu Loasby, ya te esperas que lo que estén cocinando en esa cocina con ingredientes del aussie rock y del mejor boogie rock, tiene que ser algo especial por narices, y ¡vaya si lo es!. Rock and roll, boogie rock, ritmos lisérgicos y psicodélicos, pasajes más poderosos y pesados, todo ello, encerrado en once fantásticas canciones como «Pissing up the wall», «Gravedigger man» o «Killjoy», por nombrar solamente tres de las que se encierran en este «Demon blues».
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