Espero de corazón no sonar arrogante y pido disculpas si es así, pero me da una lástima tremenda ver algunos reclamos con los que se intenta atraer a los conciertos del que fuera líder de los Georgia Satellites, siendo el más doloroso e ilustrativo la mención de ese número dos en las listas mundiales con Keep Your Hands to Yourself (y, a título personal, más doloroso aún por ser el número uno de entonces cierto clásico de karaokes al que le tengo verdadero asco). Tan anecdótico dato no es sino la guinda del pastel de un reconocimiento a veces discutible e incluso injusto, para una trayectoria tan prolífica y que tantas alegrías nos ha dado a los que estamos debajo del escenario… y las que quedan, porque os puedo asegurar que el señor Dan Baird goza de una salud tan buena como la de sus conciertos, y esto es algo que después de verlo por tercera vez os puedo asegurar.
Sin teloneros, con un escenario de lo más sobrio y ataviado con un sombrero de copa cual “medicine man” del viejo oeste muy acorde con su simpatía y hospitalidad sureña, el viejo Dan empezó a disparar alternando muy bien entre clásicos de los Georgia Satellites y temas en solitario más recientes, entre momentos de salvajismo rockero a ráfagas y otros que derivaron en alargadas y pausadas jams para mayor gloria de Warner E. Hodges (ex Jason and the Scorchers), cuya guitarra le sienta a Dan mejor incluso que el sombrero aquel. Buen momento este, por cierto, para empezar a loar al resto de secuaces de tan selecto “gang”, con otro viejo compañero de fechorías con los Georgia Satellites como es Mauro Magellan a las baquetas y en el papel de Billy el Niño bajista, el sueco Micke Nilsson, que ya demostró ampliamente su valía con sus vecinos Bonafide.
Hechas las presentaciones, aquí nuestros amigos fueron desgranando un repertorio de lo más selecto entre bromas y comentarios tanto entre ellos como con el público, que incluyó notas tan simpáticas como cuando Dan tuvo que preguntar por la letra de cierto tema. La complicidad fue clave en este show y no es, en ningún momento, ser indulgente con el artista, llámese Dan Baird o quien quieran; en el esperadísimo momento de «Keep Your Hands to Yourself» fue el público quien cantó la primera estrofa no por dejadez de Dan sino por un intento de que, realmente, el público cantara CON la banda, y vaya si lo hizo.
Los temas de sus trabajos más recientes fueron bastante bien recibidos, tanto era así que hasta Baird agradeció más de una vez y de forma sincera semejante acogida, y es que parece que «Crooked Smile», «Thin Disguise» o «Don’t Be Wasting My Time» van camino de convertirse en nuevos clásicos. No obstante, un servidor prefiere pecar de previsible antes que de falso y creo que no era el único en celebrar cada tema de los Georgia Satellites con los que de vez en cuando nos obsequiaba, y dudo mucho que fuera yo el único; y así fueron cayendo «The Myth of Love», «Sheila», «Dan Takes Five», «Mon Cheri»… y apunto otra debilidad personal: pocos temas hay escritos con la capacidad de encogerte el corazón como «All Over But The Cryin’ «y muy pocas veces creo que haya podido escucharla con tanta fuerza y a unos pocos pasos de su autor. Tal fue el nivel alcanzado por la banda y la buena atmósfera creada que incluso casi nos hizo perdonar las limitaciones de una sala, el Bush Hall londinense, que no parecía encontrar una sonorización adecuada para este tipo de shows. Algo que, si disculpable, quizás empañó un poco lo que podría haber sido una actuación más memorable aún si cabe.
Tres veces que me las he visto con Dan Baird & Homemade Sin y tres veces que vuelvo con ganas de repetir, así que espero y deseo que caiga alguna más antes de que cuelgue el sombrero. Que digo yo que no está mal para un “número dos” que de segundón no tiene nada. Mientras siga demostrando quién es el jefe, ellos se pueden quedar con sus listas y sus rankings que yo, me quedo con Baird.
Lolo García para Rockthebestmusic
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