Editado con algo más de un año de diferencia con respecto a su antecesor, se adivina en «It’s Only Rock ‘n’ Roll» algo del componente transicional que presidía «Let It Bleed», piedra de toque de su más celebrado tríptico: Dónde uno confirmaba el alejamiento de Jones de la banda, éste sería el último elepé, quién lo diría, con Mick Taylor a bordo. Y, al igual que en aquella otra ocasión, el que terminaría por ser sustituto a tiempo completo tendría su participación parcial en la creación de la nueva obra. De una manera más notoria, en este caso.
Y es que «It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It)», –uno de sus cortes más celebrados, la frase que en buena medida epitomiza el sentir del aficionado al género-, por mucho que en los créditos ponga eso de «Inspired By Ronnie Wood», podría decirse que prácticamente es un tema del que fuera guitarrista de los Faces: Modelada por Wood a partir de una idea de Jagger durante las sesiones del debut solista de aquel («I’ve Got My Own Album To Do»), The Rolling Stones la consiguieron para sí a través de oscuros cambalaches, cediéndole «Act Together» a cambio de la que sin duda es la pieza más recordada del redondo. Buen negocio, sin duda. Pero vayamos por partes.
Cómo venía siendo costumbre, el album abre con un rotundo rock and roll cocinado a fuego lento, «If You Can’t Rock Me», con una letra tan tópica como efectiva que da paso a «Ain’t Too Proud To Beg», revisión del número de Whitfield/Holland que alcanzó gran popularidad en la voz de The Temptations, del que el grupo efectúa una relectura relativamente fiel a las costuras del original, añadiéndole algo de nervio guitarrero, eso sí, pero sin llegar a superar a los paladines de Motown.
«It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It)», ya lo decíamos, pasa por ser el tema más memorable de la tanda de canciones a la que da título. Velada crítica a una prensa musical a la que veían acoger sus últimos movimientos con indisimulada tibieza, posee un marchamo glammy y vacilón que lo emparenta con lo que andaban facturando T. Rex o con rodajas del momento como el «Diamond Dogs» de Bowie.
«Till The Next Goodbye» está hecha de la misma madera que piezas pretéritas como «Wild Horses» o «Angie»; sensibilidad a flor de piel, preciosismo y acústicas en ristre que desembocan sin solución de continuidad en «Time Waits For No One», el corte de mayor minutaje del album, rico en dibujos guitarreros y con un sucinto toque funky, enigmático, sobrevolándolo.
La segunda cara comienza a rodar a ritmo de rock and roll fresco e hipervitaminado. Ahí tenemos una de las joyas ocultas del trabajo, –«Luxury»- y el rock and roll cincuentero pasado de revoluciones –«Dance Little Sister»- para dar fe de ello.
«If You Really Want To Be My Friend» retoma el flirteo que se venían trayendo con texturas de filiación funky/disco: Encantadora balada evocadora, al estilo de una, pongamos, «100 Years Ago», los coros de los Blue Angel -cuarteto vocal disco pop de cierta pujanza local- arropan a un Jagger en estado de gracia, del que casi podría decirse que ha encontrado su registro de madurez, esa que en lo sucesivo será la voz de los stones.
El piano eminentemente honky tonk de Ian Stewart conduce «Short And Curlies», breve número bluesy de pocas pretensiones. Encajado entre dos temas de generosa extensión, procura cierto respiro al oyente antes de la grand finale, «Fingerprint File»: Riffs entrecortados, wah wahs y un bajo zumbón ensamblan una suerte de hard rock funk cuya parte intermedia no habría desentonado entre la banda sonora de «Shaft» o alguna otra cinta blaxploitation.
Sería pecar de reduccionismo, aunque no de faltar a la verdad strictu sensu, catalogar «It’s Only Rock ‘n’ Roll» como el hermano menor de «Goats Head Soup»: Comparte con éste su tamizada producción -que favorece a los desahogos funkies casi tanto como perjudica los momentos más afilados del redondo- y sus devaneos con sonidos disco, así como se intuye una cierta fórmula en los momentos más eléctricos del trabajo -ya se puede hablar de temas stonianos prototípicos-. Cómo elemento diferencial, sin embargo, se intuía una cierta falta de pretensiones, un back to basics espoleado por la inmediatez cuyo único objetivo parecía ser el de entregar un muy buen puñado de canciones: De ser así, misión cumplida.
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