Hasta que no hubieron pasado dos días del recital no caí en la cuenta de que había olvidado, casi por completo, el desastre organizativo que sufrimos a la entrara del recinto. El despiste podía deberse a dos razones: el habernos bebido hasta los floreros a la salida para celebrar lo vivido, con consiguiente amnesia resacosa, o al imperturbable recuerdo que pesaba mucho más que el de los momentos previos, el de un concierto impecable, épico y grandioso. Pues bien, quisimos bebernos los floreros, pero en un pequeño pueblo francés, un jueves y a media noche, es imposible encontrar un antro abierto. Dormimos secos, con el estómago vacío y el cerebro lleno de magia.

No sólo fue caótica la entrada al Teatro Antiguo de Orange, sino la propia recogida de entradas. A las 19:00 comenzaba el reparto. A las 20:00, el concierto. Pero tres «taquilleras» no eran suficientes para repartir esos sobres de ilusión para miles de personas. Y aunque el proceso se aceleró, nos dieron las 20:10, y no eramos los últimos, ni mucho menos. Nos temimos escuchar alguna pieza mítica desde fuera, pero la hora de inicio se retrasó a las 20:30. La revisión de tickets a la entrada, se aceleró u omitió, y conseguimos llegar a nuestro sitio a la hora señalada. Cuando sonó «All Along the Watchtower» -la buena, la de Hendrix- respiramos hondo y nos dejamos llevar. Entones, las luces se apagaron.

Entonces, desde que El Hombre salió a escena, con su ego de estrella en ciernes recibiendo la luz de todos los focos, haciendo sonar su Stratocaster como sólo él sabe -es un hecho, no un hipérbole-, caímos en el profundo trance del fan que ve cumplido un sueño imposible.

Tanto Gilmour, como yo, o el tipo que enloquecía en la primera fila, sabíamos a lo que veníamos. Sonaron clásicos a mansalva. Soltó, de un plumazo, tres cortes de Rattle That Lock, nuevo disco aún en el horno; un gesto feo que compensó con creces, no sólo con la valentía del propio hecho -que, en realidad, nos daba un poco igual. De golpe, cayó «Wish You Were Here», y aquello, cantado por su voz original, con el estruendoso, cristalino y mágico sonido, hizo merecer la pena el desplazamiento. Los «Money», «Us And Them» o «High Hopes» parecían vívidos sueños, sensación a la que contribuían tanto el esplendor lumínico como el manto de estrellas que cubría el teatro, a la distancia de un movimiento cervical.

No molestaron sus temas nuevos, «In Any Tongue», incluso, emocionó a primera escucha, pues aquel no habría desentonado en The Division Bell, pero el turrón es el turrón, y las lágrimas de emoción las consiguió el mago de la Strato con piezas como «Shine…», «Coming Back to Life» o un alucinante «Run Like Hell» cuyo juego de luces tuvieron que aguantar los músicos con gafas de sol puestas. Verídico.

El regreso de Gilmour a los escenarios ha sido tan merecedor de elogios como admirable. Fanáticamente o no, hay que admitirle al abuelo David que, con sesenta y nueve años, se enfangue de esta manera, pasando de la poca actividad musical a una gira de emplazamientos escogidos con mimo, de conciertos de más dos horas y media de duración. Hay que felicitarle por elegir un equipo tan fiel de semejante calidad, con Manzanera o Pratt escudándole. Y, sobre todo, hay que agradecerle que lo ensayase todo con tanto ahínco, que volviese a poner en forma su voz y sus dedos para ofrecernos, únicamente, lo mejor de si mismo.

El camino que recorrimos hasta allí, más largo para algunos que para otros, apenas lo recordaremos, pues en la memoria pesa mucho más cumplir un sueño que las horas de tren, coche, avión, barco o caminata. Meses, años de espera, no son nada comparado con ver y, sobre todo, escuchar a David Gilmour interpretar, una vez más, el solo de «Comfortably Numb» con la misma magia que el día que lo grabó.

Qué poco pesa el tiempo, el esfuerzo o el dinero en comparación a experiencias como esta. Pesan menos, incluso, que las incontenibles lágrimas de emoción.

Setlist:

Set 1:
5 A.M.
Rattle That Lock
Faces of Stone
Wish You Were Here
A Boat Lies Waiting
The Blue
Money
Us and Them
In Any Tongue
High Hopes

Set 2:
Astronomy Domine
Shine On You Crazy Diamond (Parts I-V)
Fat Old Sun
Coming Back to Life
On an Island
The Girl in the Yellow Dress
Today
Sorrow
Run Like Hell

Bis:
Time
Breathe (Reprise)
Comfortably Numb

by: Edgar

by: Edgar

A la música le dedico la mayor parte de mi tiempo pero, aunque el rock me apasiona desde que recuerdo, no vivo sin cine ni series de televisión. Soy ingeniero informático y, cuando tengo un hueco, escribo sobre mis vicios. Tres nombres: Pink Floyd, Led Zeppelin y Bruce Springsteen.

5 Comentarios

  1. Vicent

    Espectacular concierto. Corroboro cada una de tus palabras. Los 900 km. que hicimos merecieron totalmente la pena.

    Responder
  2. Luis Cifer

    Cabrones, me habéis puesto los dientes largos y no puedo esperar hasta verlo en Londres. Ahora toca escuchar el disco nuevo. Un saludo y me alegro que todas las penurias valieran la pena.

    Responder
  3. Albert

    Me llevaste los ojos de lágrimas al leerte; me imagino como lloraré cuando pueda verlo el 20 de diciembre acá en Chile! Es un sueño hecho realidad. Gracias, gracias por emocionar con tu relato de este espectáculo que logra mover la sensibilidad solo con imaginarle!

    Responder
    • Edgar Carrasquilla

      Gracias por la sinceridad y la felicitación. No esperaba llegar a tanto. Lo que sí espero es que disfrutes tanto como lo hicimos nosotros. David está en un momento espectacular y hay que aprovecharlo.

      Un saludo.

      Responder
  4. marco gallardo

    cuanto dura el concierto

    Responder

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