Con un título definitivamente reduccionista a tenor de lo que sería su aportación total a nuestra historia y con un repertorio casi exento de originalidad (El número de aportaciones propias se reduce a tres) Así debutaron en largo The Rolling Stones.
¿Cabe hablar de un disco influyente, relevante? ¿De una obra menor, por contra? Ni lo uno ni lo otro, ciertamente. Hablamos de un disco hijo de su tiempo y lugar (Nada hacía imaginar la manera en que zarandearían el libro de estilo años después, cuándo fueron ellos los que impusieron su tiempo y su lugar) que, a la usanza de tantos combos ingleses de la época, filtraba el catálogo deChess, Chuck Berry a la cabeza, por el filtro de un savoir faire inmediato, fresco, cuasi garagero.
Podría decirse que una de las mayores aportaciones de éstos primeros Stones con respecto a sus compañeros de quinta es de carácter extramusical. La portada da algunas pistas a ese respecto (Ojito a la chulería de la edición original, omitiendo toda información acerca del grupo: No, Led Zeppelin no fueron los primeros en hacerlo): Ni una sonrisa, ni una muestra de simpatía, más bien encontramos miradas esquinadas, rostros torvos, escrutando desde la portada al potencial comprador del LP. Desafiándolo.
Afortunadamente, ésa cualidad no queda aprisionada en la cubierta de «England’s Newest Hit Makers» y salta a su música, dotándola de un cierto halo ominoso y chulesco, misterioso y sugerente. Tanto da que estemos ante un puñado de covers que bascula entre el R&B, el blues y hasta alguna pincelada soul (Ese «You Can Make It If You Try», que insinúa movimientos sónicos por venir en el seno de la banda); Keith Richard vampiriza con estilo a Chuck Berry, Charlie aporta ritmo y nervio con seca precisión (una constante especialmente pronunciada en su época sixties) yMick Jagger comienza a desplegar las enseñanzas de aquellos negros que, en raras ocasiones, adornan las portadas de su colección de elepés.
¿Momentos destacados? Cuándo aparcan su tendencia marcadamente negroide para acordarse del blanquito Buddy Holly y su «Not Fade Away»; Sus icónicas relecturas de «Route 66» y «Walkin’ The Dog»; El beat de «I Just Want To Make Love With You»; el mentado momento soulero… Y la niña bonita, ese «Tell Me», que, ahí es nada, fue el primer tema firmado a nombre de Jagger/Richards, con intro de acústica de doce cuerdas dando paso a una ora descarnada, ora melancólica, siempre cautivadora canción de desamores.
Hay que señalar que se trata, aún, de una versión primitiva de los Stones, escasa de material propio, avanzando con paso firme hacia su consolidación como fenómeno juvenil. Hay que acercarse a éste debut en largo sabiendo que no se va a encontrar nada comparable a lo que con posterioridad destilarían, sólo un puñado de cortes crudos, rítmicos y urgentes. La carta éstaba puesta sobre el tapete, y lo mejor por venir.
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