Ya han pasado más de 20 años desde el estreno de Parque jurásico (1993), la película que puso de moda a los dinosaurios. Gracias a Spielberg y a unos impactantes efectos CGI (al menos en esa época) Parque jurásico batió records de taquilla y fue todo un fenómeno social. No era una gran peli pero era muy entretenida. Tuvo un par de secuelas de irregulares resultados: la segunda película (El Mundo Perdido, 1997) fue decepcionante a pesar de estar dirigida por el propio Spielberg y la tercera (Parque Jurásico III de Joe Johnston, 2001) me gustó bastante más ya que volvía ser un cine de puro entretenimiento.
Han pasado casi 15 años desde la última película y Hollywood, inmerso en una crisis creativa realmente preocupante, sigue con su fiebre de las adaptaciones, los remakes y los reboot. Este Jurassic world es en realidad un remake encubierto del original. El parque temático sigue funcionando como metáfora del capitalismo salvaje. Ya en la primera película se hacía énfasis en la disyuntiva entre capitalismo y lógica. Algo que Spielberg ya había tratado en su Tiburón y que sigue vigente 40 años después. ¿Por qué íbamos a poner en peligro un suculento negocio sólo por el posible riesgo de la pérdida de vidas humanas? Spielberg ironizaba en Parque jurásico con un merchandising brutal a la vez que, paradójicamente, todo el planeta se inundó de productos con el logo de su film.
En Jurassic world el parque ha abierto finalmente sus puertas en Isla Nublar. Los dinosaurios clonados son las atracciones de un fastuoso parque temático. Sin embargo, la fiebre por los dinosaurios parece que se está pasando y es necesario seguir atrayendo a más visitantes. Los viejos dinosaurios ya no están de moda, hace falta alguna nueva atracción y siempre hay un espabilado dispuesto a jugar a ser Dios y crear una nueva especie de dinosaurio jugando con el ADN. Los patrocinadores quieren un dinosaurio que cree expectación y no falta algún cínico que quiere usar a los dinosaurios como armas en una guerra. Así tendremos al “Indominus Rex”, un bicho extremadamente inteligente y violento que, obviamente, aguantará poco dentro de su recinto. Así, este terrible dinosaurio es fruto de las ansias capitalistas más que de la madre naturaleza. Y poco más de interés podemos decir del guión del film.
Estamos ante un film de estudio destinado a ser un bombazo en taquilla, es decir, una cosa sin alma para ganar pasta. El director novato (siempre son más fáciles de controlar) elegido para este engendro ha sido Colin Trevorrow, quien cumple con su encargo pero no puede evitar entregar uno de los blockbusters menos inspirados del año. Su película no defraudará a los muy nostálgicos del original pero no aporta absolutamente nada nuevo. Esta nueva entrega no es tan innovadora, ni mucho menos, como la original, ni siquiera es tan divertida. Todo está ya muy visto. El guión se limita a repetir un cliché tras otro de forma bastante absurda. Esta falta de innovación me resultó exasperante, todo el apartado técnico es abrumador pero el guión repite muchos tópicos del original, cayendo en los mismos errores de aquél. Se repiten esquemas de eficacia probada. “Si la cosa funciona, mejor no variarla” parece que han pensado los ejecutivos de Hollywod. Me pareció poco imaginativo y casi insultante para el espectador toda esa escena final calcada de la del film original o recaer una vez más en el manido recurso de la cascada para escapar del peligro. Por momentos me pareció estar viendo un remake y no una continuación, así de poco original es este film. Incluso algunas escenas me recordaron al Aliens de James Cameron.
Lamentablemente, seguimos teniendo una insoportable pareja de jóvenes hermanos y algún otro personaje metido con calzador. No deja de ser curioso que los máximos responsables de la tragedia sean de origen asiático. Por si fuera poco, aparece el pesado de Jimmy Fallon. No puedo dejar de mencionar que me agradó volver a encontrarme con el mítico score original del maestro John Williams, mucho más inspirado que la nueva de Michael Giacchino. Me emocioné mucho más con la música de Williams que con todo lo demás de la película.
Vayamos a lo realmente bochornoso de Jurassic World. Las escenas de persecuciones y los efectos especiales eran el punto fuerte del film original, pero ahora las persecuciones no pasan de normalitas y los efectos cantan bastante más que hace 22 años, algo inexplicable. Esos velociraptores dejan bastante que desear, leñe, se mueven de forma muy poco fluida y natural. Alguien se ha quedado con la pasta destinada a los efectos especiales.
En cuanto al reparto, Chris Pratt compone una un héroe con sentido del humor pero sin llegar los niveles de Guardianes de la galaxia. Por el contrario, tenemos a la hierática e inexpresiva Bryce Dallas Howard, hay que ver lo mal que lo hace esta señorita. Ni que decir tiene que ni su peinado, ni su vestuario ni su manía de correr por la selva con tacones me parecieron verosímiles. Todo lo citado y el hecho de que sea casi un clon de Jessica Chastain (otra actriz con la capacidad interpretativa de un caracol) hace que la considere lo peor del film junto con la falta de ideas de la historia.
Para esto, mejor no haber abierto el parque.
Muy buena la crítica. La ví ayer con las crías y coincido plenamente. Indudablemente carece de alma y está destinada a sacar pasta. Aún así disfruté viendo a las nanas. Me mola mucho ese final de «para eso mejor no haber abierto el parque», jajaja.