En 1965 el director sueco Ingmar Bergman fue hospitalizado a causa del stress. Durante su hospitalización el director reflexionó sobre la personalidad y le surgió esta historia sobre una paciente que se niega a hablar y la relación con su enfermera. El retiro forzoso dejó paso a un Bergman pesimista, casi nihilista, que decide romper con todas las reglas establecidas.
Elizabeth (Liv Ullmann) es una actriz que durante una representación de Electra decide dejar de hablar. A pesar de no tener enfermedad ninguna, sigue negándose a hablar pasado un tiempo. La enfermera Alma (Bibi Andersson) será la encargada de cuidar a esta singular paciente.
El termino persona viene del griego, en el teatro clásico griego per sona es la máscara del actor a través de la cual nos llega su voz. No hay personalidad sin comunicación, sin relacionarse con los demás no somos personas. Tampoco hay que mentir ni fingir. Para Bergman el silencio de Elizabeth es una defensa, un refugio frente a las agresiones del cruel mundo exterior. Elizabeth deja de relacionarse con los demás, se anula como persona.
Para empezar, Bergman nos ofrece en Persona un estupendo prólogo surrealista en el que se combinan sexo (el origen de la vida, al fin y al cabo), religión (una explicación de por qué estamos aquí) y muerte (algo inevitable). Son unos minutos de una extraña fascinación en los que Bergman no duda en mostrar imágenes inusuales (penes erectos, corderos degollados, imágenes cabeza abajo) para conseguir su objetivo. Este prólogo puede resultar chocante hoy en día pero os prometo que hace 50 años lo fue mucho más. Para Bergman nada es casual, todo tiene un motivo y un significado. Cada plano y cada imagen tienen un porqué aunque el espectador lo desconozca todavía.
Persona es la historia de dos mujeres completamente opuestas con forma casi de monólogo. En su esfuerzo por sacar del aislamiento a su paciente, Alma, la enfermera, le contará anécdotas e intimidades. De entre todos ellos destaca el episodio en la playa, un pasaje que incluso hoy resulta perturbador, imagina el revuelo que debió de provocar en el público en día. El relato de la playa nos hace descubrir qué atormenta a la enfermera. Si Elisabeth tiene un hijo del cual reniega, Alma rehusó voluntariamente a tener un hijo. Ambas son madres frustradas y cada una de ellas será el espejo deformado en el que se mira la otra. Las imágenes del prólogo en las que un niño parece acariciar la proyección de las caras de las protagonistas cobran así sentido. Cada detalle de este puzle y cada mirada tienen su significado.
La relación entre paciente y enfermera irá evolucionando y pasando por distintas fases. De la admiración y el respeto pasaremos a la traición y el odio. El apacible retiro se convertirá en un infierno en el que apenas quedará aire para respirar. Me parece genial la escena del cristal roto en el suelo, en una mirada entendemos perfectamente el proceso que sucede en la mente de Alma. En un memorable tour de force ambas actrices nos trasmiten toda la tensión emocional de sus personajes a lo largo de la película.
En Persona Bergman otorga toda la importancia a la palabra y a las interpretación de sus actrices, no usa flashbacks ni innecesarias voces en off . Bergman confía en la inteligencia del espectador (quizás demasiado) y en su paciencia (demasiado, sin duda).
Tengo que admitir que tengo sentimientos encontrados hacia esta película: Me encantaron la magnífica fotografía en blanco y negro de Sven Nykvist (habitual de Bergman) y las sobresalientes interpretaciones de sus actrices principales: Liv Ullmann y Bibi Andersson. A pesar del sugerente simbolismo del film y su atractivo visual, me dejó algo frío. Tiene unos innegables valores cinematográficos y filosóficos pero su visionado se me hizo muy difícil. Parece ser que a Bergman no le interesaba demasiado el ritmo o, al menos, no tanto como el retrato de los personajes. Bergman no parece interesado en entretener al espectador no iniciado en su particular universo.
Persona es, sin duda, una película fascinante para espectadores con inquietudes existenciales, el resto deberían abstenerse.
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