La vida duele. Aun así tiene contados lapsus, pérdidas de memoria en las que, ilusionada, te brinda la oportunidad de ser feliz; es entonces cuando te invita a convivir con personas que comparten tu felicidad. En un país tan peculiar como el nuestro los músicos, necesitados de compañerismo más que de felicidad, saben que juntos (mejor si también están unidos) son mucho más fuertes. Que para casarse, los amigos son imprescindibles. Y un buen padrino, también.

Faltaban dos minutos para las nueve menos cuarto de la noche cuando un cercano Kutxi Romero se instalaba en el escenario de una rebosante sala Caracol para, amén de algunas versiones – “Princesa”, de Joan Manuel Serrat, daba el esperado pistoletazo de salida, “Silencio”, de Aurora Beltrán, o “Azulejo frío”, de El Drogas -, cantarnos y contarnos sus nuevas composiciones, esas que vuelven a ilustrarnos sin aleccionar. Acompañado a las guitarras por “Juanito” Lorente y “Pete” Marco, la poesía acompasada con música del navarro dejó muy buen sabor de oídos. En los sesenta minutos que duró su actuación fuimos testigos de que el escenario es una prolongación de su vida: es su vida misma. Su verborrea noble y sincera, a la par que sencilla y directa, – “vamos a tocar canciones nuevas porque lo viejo huele como a cerrado” – , endulzó las composiciones: “Pido la vida entera como el que pide tabaco”, “Mierda en las tripas”, o “El año del conejo” -, gustaron y dejaron al respetable con ganas de (mucho) más. Para finalizar, el “invitado” (permítanme utilizar el recurso de la redundancia) invitó al anfitrión, “Luter”, a compartir el escenario para cantarnos “El sitio de mi recreo” del sempiterno Antonio Vega, y “Paseo en bicicleta”, con la que enlazó una actuación que, en sus casi dos horas de duración – desde las diez a las doce menos cinco de la noche -, encandiló al público con la fórmula más sencilla y eficaz: la del rocanrol más comprometido.

“Luter” estuvo arropado por un incombustible Alejandro Peñalver “Jandri”, a la batería, Milko Milev, al bajo, y Eduardo Martínez, a las guitarras, y por invitados de la categoría musical de Jorge “Encrudo” o Michel Molinera, amén de las acariciadas por la inconfundible voz de Kutxi – “Misión a Marte”, “Carita de lápiz”, o “A la sombra de una mentira”, versión de Rosendo Mercado, razón primigenia de nuestro corazón de rocanrol -, para deleitarnos con temas como “El mercado de Maravillas”, “A veces muero”, “El tío vivo”, “Progreso adecuadamente”, “Vox populi”, o “Skyline”, que conseguirían encandilar al público con su mensaje más sincero. Y así es como debe ser.

Durante el concierto me vinieron a la memoria imágenes de músicos foráneos arropándose en el escenario; artistas con gustos dispares pero unidos por la música en defensa no del negocio y sí de una forma de vida. A título informativo, después del concierto estuve charlando con el propio Kutxi – autor del incólume prólogo de mi próximo libro -, de las sardónicas heridas que deja el rocanrol, esas que deberían de unirnos más que cualquier otra cosa porque son las que nos han hecho como somos. Que el germen de la unión vivido en veladas como ésta florezca… Por el bien de la música. Por el bien de los fans.

P.D.: Perdón por la alegría.

AMADO STORNI para Rockthebestmusic
by: Rockthbestmusic

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Titulado en leyes, amante del apasionante mundo de las estadísticas y desde 2007 en la Red con este artefacto llamado RockTheBestMusic. Y sí, Led Zeppelin es el mejor grupo que ha transitado por el Planeta TIierra.

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