Debería partir de la base de que Silent House, dirigida por Chris Kentis y Laura Lau, es un remake de la película uruguaya, La casa muda, de Gustavo Hernandez, pero teniendo en cuenta, que no he visto la cinta del director uruguayo, me enfrentaba a la versión norteamericana, protagonizada por Elisabeth Olsen, y basada en un hecho real.
Sarah llega a una casa de campo con su padre y su tío, para repararla después de que haya sufrido desperfectos. Todo parece normal, pero desde el principio, te das cuenta de que la relación de Sarah con su tío, así como la de este con el padre de la joven, no termina de casar. Algo te desconcierta en lo que debería ser una simple relación familiar. Pronto comienzan a suceder cosas extrañas. Surgen la impresión de que secretos familiares deben estar ocultos, ruidos, apariciones que delatan, que alguien, no invitado, se ha colado dentro de las paredes de la casa. También la tensión, los nervios y la sangre, sin perder un ápice de locura.
El hecho de que va transcurriendo prácticamente en tiempo real, no deja resquicios para que la trama se vaya abriendo o incorporando accesorios a la historia. Los directores consiguen crear un clima de angustia e intranquilidad, en el que a la vez que vas encontrando pistas para ir haciéndote una idea de lo que ocurre.
Lo suficientemente buena como para que me apetezca ver la original.
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