No tendría nada en contra del cine protagonizado por adolescentes envueltos en una escabrosa historia, de no ser porque la fórmula se está repitiendo hasta la saciedad, y no con buenos resultados. Vale, jóvenes a quienes la edad les hace experimentar y meter las narices donde no deben… pero es que la vida real lo que nos muestra cada día es a más de un adulto fuera de sus cabales.
En principio, Ouija, dirigida por Stiles White, podría dar mucho juego. La famosa tabla con línea telefónica al otro lado despierta, al menos en mí, esa intranquilidad del ancestral miedo al mundo de los muertos. Dos amigas de toda la vida, de pequeñas tonteaban con la ouija, pero de mayor, una de ellas se va volviendo huraña y reservada, hasta que aparece ahorcada. Su amiga, que se niega a creer en el suicidio, ¿a qué creéis que recurre para despejar dudas? Exacto: premio.
Los colegas en casa de la difunta contactan con un ente, que dice ser la amiga, pero que miente más que un político y al que pillan casi de primeras. Y a partir de ahí, mezcla de espiritismo, casa embrujada, muertes, y lo que podáis suponer sin que en ningún momento consigan que me estremezca. Ni el más mínimo escalofrío.
Promoción ha tenido. Parece que pasta también, pero el resultado final deja mucho que desear.
Lo mejor: la morbosa Olivia Cooke.
Lo peor, lo dejo a vuestra elección.
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