Cuatro millones de dolares de presupuesto, cantidad irrisoria si la comparamos con las cifras con las que se suelen mover hoy en día cintas similares; un director con el bagage de una sola película; tres actores que pasaban por ahí, y la siempre formidable presencia de Laurence Fishburne -aunque lejos quedan ya sus días en que los hermanos Wachowski se cruzaron en su vidas- son suficientes para dar vida a esta modesta cinta de ciencia ficción destinada a quedar relegada en alguna estantería de, en caso de que exista sobre al superficie terrestre, algún videoclub en la superficie terrestre. Pero casi sin hacer ruido ha conseguido colarse dentro de las agradables sorpresas de la temporada, y si bien su paso por la gran pantalla no ha tenido un gran despliegue de medios, sí que ha hecho el ruido suficiente para llamar la atención al aficionado del género.
Y esto no ha sido por casualidad. Si bien a lo largo de la hora y media de metraje tiene algún que otro momento irregular que la perjudica notablemente, su fuerza es de tal calibre que la consigue mantener a flote y mantener el interés hasta el plano final con el que William Eubank nos desvela la respuesta a todos los interrogantes que se nos plantean a lo largo de la hora y media anterior.
Tras un inicio algo desconcertante, causa de la la jerga informática -no en vano el planteamiento inicial no deja de ser la caza de unos hackers a otro de su misma condición en una de esas luchas de egos para ver quien la tiene más grande-, nos encontramos inmersos en unas secuencias de esas de tres adolescentes en una casa deshabitada en medio de la oscuridad que hacen que te plantees que ya has visto suficiente, acabamos entrando de lleno en el centro argumental del la cinta, y es a partir de ese momento cuando una capa de trampas y giros de guión, algunos de ellos chirriantes, sobre todo por resultar alguno de los presentes como simples figurantes, Eubank sube el nivel de esta Señal desde todos los puntos de vista. Sí, cuatro millones de dolares bien empleados ya que los efectos especiales, pocos, acaban siendo todo lo efectivos que necesitan para tenernos entretenidos en adivinar dónde estamos, quienes somos, y a dónde vamos.
Y estas tres dudas son las que consiguen mantener en todo momento el interés en lo que está pasando delante nuestro. Y si bien las cosas podrían haber tenido algo más de sustancia, el ejercicio cinematográfico para llevarnos a la escena final -obviando el exceso uso de la maldita cámara lenta; algún día habrá que hablar seriamente con el tipo que un buen día optó por tal- con la que se pone final al encuentro (secuestro) de dos inteligencias de diferente orden, es notable, quedando aquí claro que el tal Nomad está dotado de un nivel superior al de sus contrincantes, que es él quien los atrapa para llevarlos a su realidad.
Una pelicula de la que esperaba algo mas…Pero que se deja ver!Por cierto, lo que no me deja es compartir en Facebook.