Cuando uno empieza a despuntar con la más que correcta La Caja Novak y acto seguido hace saltar la banca con Celda 211 no es de extrañar que se le acabe mirando con lupa cualquier nuevo proyecto que se traiga entre las manos ya que la expectación, y más si repites película con uno de los grandes responsables que tu anterior película bordase la excelencia, y es que poder levantar el teléfono y acto seguido tener implicado en tu proyecto a Luis Tosar, posiblemente el mejor actor español actual, es ya de entrada un as en la manga, pero con la interrelación de las dos historias que se nos plantea en El Niño, digamos que Daniel Monzón no ha tenido el mejor de sus días.
Dos historias que si bien acaban teniendo tal como era de esperar un punto de encuentro, y si bien nos sirven para anclar a los diversos personajes principales, acaban diluyendo uno de los grandes puntos fuertes de la anterior película de Monzón, y es que la fuerza, la tensión y el dramatismo, que se le supone a un thriller, aquí sólo nos aparecen en cuentagotas, eso sí con escenas acuáticas de primera división, y son las historias paralelas, algunas de ellas totalmente prescindibles, que aquí parece encajadas para atraer a un público más mayoritario a las salas, y es que sólo así se pueden entender los momentos playeros de la parejita que la verdad aquí cantan y mucho.
En la primera nos encontramos el devenir de dos amigos sin demasiadas luces que de la mano de un tercero algo más experimentado se introducen en el mundo del transporte de la droga. Tres aficionados de medio pelo en medio de profesionales de altos vuelos que acabarán más o menos como ya se intuía, y que su historia, gracias a su sencillez y naturalidad, con diálogos en algunos casos hilarantes que, en parte gracias al gracejo y la espontaneidad marca de la casa de aquellos lares, acabaran siendo una de las principales bazas de la película, sobre todo de la mano de Jesús Carroza, bastante más rodado y con un Goya ya en su papel que Jesús Castro al que el papel de El Niño ni le viene grande ni pequeño, ya que se limita a explotar su vistosidad física y esa especial mirada con la que le ha dotado la madre naturaleza, pero, tal como rezaba en la cartilla militar, sus cualidades de actor se le suponen y habrá que estar atentos a nuevos trabajos.
Mientras que en la segunda historia, la que en principio tiene que meternos de lleno en el thriller, nos topamos con los cuerpos de seguridad y su arduo trabajo para intentar controlar el tráfico de drogas que se origina en Marruecos, y que tiene a las costas españolas como vía de entrada a Europa, y si bien ahí nos encontramos con las más que espectaculares escenas de persecución aeronaval, la trama, que tampoco es de otro mundo y que ya hemos visto en numerosas cintas made in EEUU, nunca acaba de arrancar y el inglés & cia, no consiguen dotar de la suficiente tensión dramática para que el espectador, más allá de cuando el helicóptero alza el vuelo, junto una persecución playera que tampoco aporta gran cosa, y por mucho que Sergi López y Eduard Fernández, correctos como siempre, acompañen al siempre majestuoso Tosar para mostrarnos el complicado mundo de intentar parar el comercio ilegal en el estrecho, la cinta nunca acaba de arrancar, y al final uno sigue quedándose con la magnífica recreación de los dos mundos que intentan convivir en esa especial zona de la geografía española.
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