Diez años son ya los que estos tipos llevan en la carretera y con este, su tercer disco, el grupo parece haber dado un paso al frente para conseguir, a través de una más que cuidadosa producción, en la que junto a un impecable sonido nos encontramos ese más que interesante envoltorio donde destaca ese vacío y soledad que transmite esa magnifica portada, una madurez encargada de situarles en una posición más que privilegiada.
Un disco que a lo largo de los trece temas que lo componen deja claro que la evolución del grupo ha conseguido un punto de equilibrio consiguiendo una versatilidad que acaba convirtiéndose en el punto fuerte del grupo. Algo que les permite transitar por sendas más abruptas en las que metal y hard rock se dan la mano, pero siempre bajo la calidez que proporciona las soleadas sendas del melódico, aunque nada es, ni lo pretende, ser sencillo el el Universo Vacío, y es que junto a ese pegadizo Pedazos de mi, donde ese estribillo, tal como marcan los cánones, acaba atrapándote sin remisión, el grupo, justo a la mitad del disco, te coloca esa brutalidad de ocho minutos llamada «Mentiras de plastico», tema que por si solo puede describir perfectamente lo que antes se comentaba sobre la versatilidad. Ocho minutos en los que el grupo con paso firme da inicio a un viaje adentrándose en los laberínticos caminos del progresivo. Un viaje nada fácil y de lo más arriesgado, pero del que el grupo no solo consigue salir airoso del mismo, sino que consigue dar un salto cualitativo que consigue elevar este Océanos a un nivel superior que supone un paso cualitativo en la ya larga vida del grupo.
Un disco que tiene colofón final con otra muestra de todo lo mencionado anteriormente, sin olvidarnos de esos momentos más directos entre los que destaca la contundente «Utopia de papel», con esa joya intimista que lleva por nombre «La vieja plata de alquitrán», en la que la viola de Fulgencio Sandoval viene a sumarse a la fiesta para concluir un disco al que hay que catar lentamente para poder ir descubriendo a cada escucha un nuevo matiz de los muchos que reposan debajo del vacío y la soledad que podemos encontrar bajo estos océanos que nos plantean Vacío.
Un grupo, y ahora sí toca hacer una mención especial, ya que por mucho que el resto a lo largo de todo el disco se encuentre rayando un nivel que roza la excelencia, en el que la figura de Carlos García y su particular registro vocal, se me antoja fundamental en el devenir del mismo. Si crees que exagero solo tienes que darle al play:
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