Para algunos, entre los que se encuentra el que aquí escribe, la vuelta al primer plano de Riddick, cosa que parecía imposible tras ver el resultado estrictamente económico de Las Crónicas de Riddick, es una muy buena noticia, y es que si esta nueva aparición de uno de los mejores antihéroes de los últimos años solo sirve para que alguien vuelva a recuperar esa pequeña joya de lo fantástico como es Pitch Black, película que en un principio no tenía que pasar de una modesta Serie B, pero que a la postre acabó, evidentemente por méritos propios en una cinta de culto, junto con la mencionada anteriormente, Las Crónicas de Riddick, ya podemos darnos por satisfechos.
Sí, la leyenda de Riddick dio inicio cuando la Hunter-Gratzner aterrizó en ese árido planeta donde la muerte acechaba en la oscuridad para continuar posteriormente en la no menos árida Crematoria y su particular lucha contra Lord Marshal y sus Necrofilos, en la recreación de un espectacular mundo estelar donde nunca antes se había estado tan cercano a Dune, y es que no hay duda de David Twohy se empapó y mucho del Universo creado por Frank Herbert y plasmado en el celuloide por David Lynch en la espectacular, aunque nunca bien entendida, recreación del planeta Arrakis.
Y si Pitch Black rondaba a principios de la década con un presupuesto de tan solo 23 millones de dolares, mientras que para su sucesora, en el 2004, ya tuvo una dotación digna de una superproducción con una cifra que se movía sobre los 120 millones, en esta última, una vez vistos que los resultados de la misma no fueron los esperados y prácticamente solo se acabó cubriendo el presupuesto, los productores solo dieron el visto bueno para que Vin Dieesel volviera a encarnar a Riddick si el presupuesto se ajustaba a unas cifras que no sobrepasaran los 40 millones, y eso se nota en lo que hace referencia al tema de los decorados, pero no en lo que se refiere a Riddick ya que ante nosotros de nuevo aparece la presencia, en la que, tal como ya sucedía en las dos anteriores películas, Riddick no tiene el don de la palabra, con los típicos silencios del antihéroe que solo es roto por unos antológicos momentos en que la que la voz en Off de Riddick nos va poniendo en situación en una primera parte, sin duda la mejor para todos aquellos que llevamos siguiendo al personaje desde sus inicios, en los que, como si de un western crepuscular se tratase el personaje nos adentra en esos áridos, como no podía ser de otro, parajes por los que transita una vez ha sido abandonado, hasta que, tal como era de esperar, le aparece compañía en, siguiendo los pasos de lo sucedido en la anterior película de la saga, forma de unos cazarecompensas capitaneados por el siempre espectacular Jordi Mollà, en uno de esos personajes, el villano de la cinta, en el que se siente tan a gusto, acompañado de esa fuerza de la naturaleza llamada Katee Sackhoff, esa Tara que a muchos no robó el corazón y nos nubló la mente a lo largo de todas las temporadas de Battlestar Galactica, o la Dana Walsh que a lo largo de 20 capítulos de la última temporada de 24 puso en jaque al mismísimo Jack Bauer, en un complemento perfecto para Mollà en la segunda parte de la película, justo antes de que toda la saga vuelva, de una manera espectacular, al origen para, de un modo figurativo, regresar a Pitch Black y a la lenta agonía final en manos de un enemigo invisible al que solo puede hacer frente un furiano llamado Riddick.
Y si bien esta tercera entrega no llega al nivel, pero esto era de esperar, de Pitch Black, y lejos se queda de la espectacularidad de la segunda entrega, también esperado visto el presupuesto actual, no hay duda de que estamos ante una muy buena versión de este Richard B. Riddick, sin duda el personaje que mejor ha encarnado el limitado Vin Diesel, mucho más conocido por dar vida Dominic Toretto, personaje que junto a Xander Cage, sin duda más ganancias materiales le han aportado, pero ninguno con el carisma de este Riddick.
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