Ya lo tenemos aquí. Sí, este Winery Dogs, primer, y esperemos que no sea el último, fruto de la unión de tres monstruos musicales como son Mike Portnoy, Billy Sheehan y Richie Kotzen, lleva ya un par de días en la calle y, ya a la primera escucha del mismo se confirma lo que en un principio podía intuirse, y es que Portnoy & cia se lo han tomado, tal como ya sucedió con Hughes y Bonamassa en el primer Black Country Communion, muy en serio y les ha salido uno disco que va directamente, y eso que estamos todavía a mediados de años, a la lista de lo mejor del año.
Tal como sucedía en el primer BCC queda claro cuales son las influencias de estos tres tipos y de que, si pudiesen fabricarse una máquina del tiempo, sin duda alguna, apretarían el botón que los trasladaría a la década de los 70 para hacer compañía a Led Zeppelin y todos los grandes dinosaurios que dominaban el planeta, y es que, tal como sucedía antes de que Hughes y Bonamassa hicieran estallar BCC por los aires, estos Winery Dogs, son una de las grandes apuestas musicales surgidas en los últimos años, y solo falta ver si estos, a diferencia de la pareja anteriormente citada, son capaces de tomarse este artefacto en serio. De ser así, ya podemos ir frotándonos las manos ya que, a no ser de que este primer disco haya sido simplemente fruto de la casualidad, nos encontramos ante el principio de algo que puede ser grande.
Trece son los temas que componen este primer disco, y en ellos el grupo hace gala de toda la versatilidad y el talento que atesoran sus tres componentes que, a estas alturas de la película, no necesitan presentación ya que todos, absolutamente todos, conocemos como se las gasta Billy Sheehan al bajo, Mike a la batería y Kotzen a la guitarra. Una versatilidad que pasa por un inicio directo y contundente con el ya conocido «Elevate», tema encargado de abrir el disco y que ya fue presentado hace algunas semanas, «Desire», que en varios momentos nos trae a la memoria algunos momentos tan especiales de Mr.Big, en el que Kotzen vuelve a demostrarnos una vez más que no solo es un virtuoso de las seis cuerdas y que también se desenvuelve perfectamente a la hora de tomar la voz cantante, a la que sigue la espectacular «We are One,» donde, en algunos momentos a más de uno le vendrá a la cabeza BCC, el grupo , de la mano de Portnoy, sigue, en un inicio de disco demoledor, demostrando que saben de que va este negocio.
Por las mismas sendas transita la esplendida, «Six Feet Deeper», una de las grandes joyas del disco en la que, de nuevo, Portnoy vuelve a marcar el tempo con paso firme, mientras Kotzem sigue a lo suyo tal como hace en «Not Hopeless» o en «The Other Side·, y es que varias son las veces donde su dos compañeros de viaje le ceden todo el protagonismo a lo largo de todo el disco,
Hasta el momento hemos asistido a una lección de Rock clásico en el que, de la mano de unos músicos en mayúsculas, nos hemos encontrado con momentos sublimes momentos instrumentales en los que Rock, Blues, Hard, se han dado la mano para dejar claro que Winery Dogs funcionan perfectamente engrasados, pero como trece canciones dan para mucho, tal como mandan los cánones, es de obligado cumplimiento adentrarse por parajes más pausados y tranquilos y para ello, ya que una vez escuchado el disco queda claro que a los tres les gusta este tiempo de incursiones, no hemos de esperar mucho ya que con «I´m No Angel», un medio tiempo de esos que te contagian ya tenemos una primera muestra a la que sigue You Saved Me en el que, tras un inicio acústico la canción va creciendo, sin salirse ni un ápice del guion marcado en este tipo de temas, hasta llegar al esperado estribillo y que, si bien nada nuevo aporta, consigue cuadrar, de la misma manera que sucede con «Damaged», otro de los momentos tranquilos del disco perfectamente el balance que se exige en estas ocasiones. Sin duda un par de temazos, aunque más de un purista va a quejarse de tanta tranquilidad en un disco que, tras el demoledor inicio, se intuía más movidito, pero esta es la grandeza de estos tres tipos y es que a lo largo de casi una hora demuestran lo que ya sabíamos y es que tienen tanta versatilidad y talento que se sienten lo suficientemente cómodos para afrontar cualquier senda, y si es necesario cerrar el disco con «Regret» dejando la puerta abierta a un Winery Dogs II.
Nota: 8,75
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