Travellin’ Brothers son una de esas bandas que nunca fallan. Sus discos te pueden gustar más o menos pero siempre ofrecen calidad y un compendio de todo aquello que pueda sonar a música negra. Su especialidad es llevarnos a Nueva Orleans a ritmo de swing, de blues, de soul, de jazz e, incluso, con toques de Motown.
Un combo perfectamente engrasado que no en vano ganaron el European Blues Challenge de 2015 como mejor banda europea, tiempo en que los descubrí con aquel maravilloso Lp que era el “Magnolia Route”. Tras dieciocho años de trayectoria y diez discos nos ofrecen en este 2022 su nuevo trabajo “Coming home”, un álbum que aunque haya sido creado en el confinamiento nos muestra una actitud positiva con canciones que crean una atmósfera de “buen rollo” y con las que es imposible quedarse quieto y no empezar a mover los pies.
Empieza fuerte con los golpes de batería de Isi Redondo para entrar con la magnífica melodía de viento de Alain Sancho en la extraordinaria “Everything to me” que mezcla Detroit y swing a partes iguales, mejorado por la voz de un cada vez mejor Jon Careaga y potenciado por los coros de Inés Goñi y Noa Egiguren. Fantástico tema de apertura. Casi cinco minutos de deleite que además cuenta con un buen punteo de guitarra de Aitor Cañibano y otro genial de saxo por parte de Alain Sancho. Seguimos en la Michigan de los setenta y ochenta con “Movin’ on” donde el protagonismo queda para los anteriormente citados y el piano de Mikel Aspiroz y el bajo de Eneko Cañibano. Tras ella aparece otro de los “platos fuertes” del disco como es “Goodbye Lousiana” donde se hibrida el swing con el jazz de Nueva Orleans, una de las especialidades de los Travellin’ Brothers. “Someone to love” sigue manteniendo la esencia jazz de los cuarenta y cincuenta en una tonada que podría aparecer en los créditos de una película de Woody Allen.
Cambio de registro con “Adelene” que los acerca al blues, más o menos clásico, tanto en la melodía como en los toques de guitarra y armónica aunque los múltiples instrumentos estén sincronizados a la perfección junto a la voz de Careaga y los coros, dejando paso al intimismo del tema homónimo que comienza casi desnudo con la guitarra de Aitor Cañibano y un Jon Careaga en un tono más moderado. Una preciosa canción en medio tiempo, reflexiva y que se puede degustar desde la primera audición. De esas perfectas para escuchar mientras se va conduciendo (dicho como un halago) encarnando a la perfección la portada del “Coming home” con unas vías del tren vacías en la parte inferior y el tique de ida y vuelta en la superior. Nuevo cambio de tercio con “Say Yeah!” donde se hibrida el soul, el blues, el funk y el góspel en otra composición acertada, dejando el final para “Angel cry”, otro medio tiempo que nos traslada a una Nueva Orleans melancólica. Seis minutos de placer absoluto que pone el punto y final a un trabajo soberbio que además defienden en directo a la perfección en directo, como hemos podido comprobar hace poco en el Tomate Blues de Los Palacios. Aunque no es comparable cuando los descubrí en vivo en el 2015 en un chiringuito de Rota (Cádiz). Nos gustó tanto a mi acompañante y a mí que decidimos volver a verlos un par de días más tarde en otro evento en la Playa de El Palmar, en la misma provincia. Eran grandes tiempos aquellos y siempre que veo o escucho a los vizcaínos recuerdo esos años felices. Su música trasciende y nos crea esa sensación de comodidad, de sentirnos a gusto en los terrenos por los que se mueven los Travellin’ Brothers.
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