Que Crisix es una de las bandas más grandes del metal de este país no creo que sea algo a descubrir a estas alturas. Que además los tipos son conscientes que en estos tiempos en los que mucha peña se ha abonado al todo gratis, en el que puedes ser un músico mediocre pero si tienes un don para las RRSS estas en boca de todos y muchas historias más que se comerían gran parte de esta reseña, o eres capaz de ofrecer algo bueno y no solo cuando hablamos de composiciones, tienes todas las posibilidades de quedarte a mitad del camino y eso siendo optimista. Crisix nos plantan en plena cara cuatro canciones haciendo aquello en lo que son muy buenos, thrash/crossover con una presentación de lujo y una historia detrás de cada canción en la que la originalidad brilla con luz propia. ¿Por qué The Pizza E.P.». Pues porque uno de sus miembros fue repartidor de pizzas y alguna de su aventuras y desventuras han servido como hilo conductor o inspirador.
Crisix desde su último larga duración dio un paso más acercándose al crossover y apartándose un poco del thrash americano más tradicional, aunque sin dejarlo de lado del todo, porque las influencias de Anthrax, Slayer o Exodus siguen latente. Once minutos de tralla con fundamento es lo que encontramos en este E.P. y abre fuego «No Tip For The Kid» con ese riff marcado y una batería que es como una locomotora infernal. Ya sabéis, dejad propina al chaval que os trae la pizza, motherfuckers. «World need mosh» tiene su ascendencia en los Slayers mas envenenados y es que ese grito inicial a lo Tom Araya es inconfundible. El estribillo descomunal y ese ritmo es de los que te deja muerto en pleno Pogo. «Raptors in the kitchen» comienza con una vacilada a lo Anthrax de unos segundos para rápidamente lanzarse al cuello con una canción de una fuerza y velocidad pasmosa que es como una sucesión de golpes al rostro que te deja k.o. «It’s tough to cook a song» cierra este aquelarre thrashico con el bajo tomando protagonismo y aportando ese sonido punk que nos conduce hacia un thrashcore crudo. Apenas once minutos, ¡pero que once minutos!. Thrash or die.
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