Wes Craven ha revolucionado el cine de terror en la década de los setenta con «La última casa a la izquierda» o «las colinas tienen ojos», en los ochenta con «Pesadilla en Elm Street» y en los noventa con «Scream», divertido «slasher» que homenajeaba ese cine de los ochenta con asesinos enmascarados que masacraban una pequeña población americana, de esas ubicadas en el extrarradio de una población más grande, como continuó el guionista de «Scream» Kevin Williamson con «Sé lo que hicistéis el último verano». La broma en esta primera parte de «la calle del terror» es encontrarnos dos villas vecinas, una maldita con múltiples homicidios y otra un vergel y un remanso de paz. Como es de esperar, y desde la primera secuencia, el criminal ataviado con una máscara de esqueleto hará de las suyas aniquilando con arma blanca a una adolescente. Al poco tiempo y fruto de una negligencia juvenil, el grupo protagonista despertará la furia de unos psicópatas que intentarán acabar con los amigos a golpe de navaja, cuchillo o hacha.
Nada nuevo en una historia basada en unas novelas de terror que prometen sangre, crímenes y una vuelta al cine de otro tiempo donde el «slasher» dominaba. Sustos con sombras que aparecen y desaparecen o subidas de volumen, persecuciones y huídas entre psicópatas y jóvenes y unos toques gore en el tamo final. Todo previsible en un guion con nulas sorpresas donde se supone que el giro inicial que debía impresionarnos, al saber que Sam (la pareja de la protagonista) es otra joven, está repetido hasta la saciedad en los últimos tiempos y lo que empieza a resultar contundente es que un diminutivo mixto sea para presentar un romance de sexo contrario.
Su director Leigh Janiak es todo un especialista en cine de terror y el responsable de la adaptación de los libros de R.L. Stine, de la trilogía que esta «La calle del terror 1994» es la sesión de apertura, presentándonos en próximas entregas la de 1978 en un campamento de verano y la de 1666 con una bruja aterradora. Una idea del gigante Netflix en un producto que no veíamos en su catálogo desde la mediocre serie «Slasher» o la tampoco rimbonbante «Scream», serie que no hacía olvidar la mucho más interesante cinta de Wes Craven que nombrábamos al inicio. Po cierto, Leigh Janiak filmó algún episodio de la serie.
Junto a algún técnico especialista en el cine de género como el músico Marco Beltrami, el reparto lo conforman jóvenes y bastante desconocidos intérpretes en papeles que no ofrecen lucimiento, ya que se limitan a correr, gritar y seguir el plan previsto en el guion lleno de tópicos que adorna esta primera parte de «La calle del terror».
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