Hace algo más de dos años en esta casa dábamos cuenta de The last memories, magnífico cuarto trabajo de los valencianos Ambros Chapel, del que el aspecto más importante que se destacaba es esa hipnótica atmósfera que se respiraba a lo largo de sus ocho temas. Un Universo onírico y misterioso que a largo de sus casi cincuenta minutos, ya desde su inicio, te atrapaba sin darte respiro hasta que la magnífica «Solitary Man» se encargaba de poner fin al disco.
Y ahora, cuando ese 2017 va tocando a su fin, nos llega este Portraits, el nuevo disco con el que Óscar Vadillo a la guitarra, junto a la magnífica base rítmica compuesta por Alfred Sanchis y José Rodriguez, se encargan de dar cobijo a esa calidez vocal de Pablo Casero, principal culpable de que Ambros Chapel transiten por estas sendas que bien pudieran estar marcadas, tal como ya se mencionaba en la reseña del anterior disco por el mismísimo David Lynch.
Portraits, de entrada, sin antes de que el disco empiece a rodar en mi reproductor, ya juega en desventaja con su anterior trabajo que se presentaba envuelto en un magnífico vinilo de 7″ con unas determinadas copias numeradas, una de las cuales obra en mi poder, y aquí se nos presenta bajo la apariencia de un simple Cd más, pero este»más» enseguida se desvanece, ya que toda la esencia de los Ambros de su anterior trabajo sigue presente en este Portraits, si bien con algunas pequeñas diferencias ya que aquí, desde que «Mental», tema encargados de abrirnos el disco, ya empezamos a ver ciertos matices que se irán presentando con mayor fuerza a medida de que los temas vayan sonando, y es que en este 2017 el grupo se nos presenta algo más oscuros y tensos que hace un par de años con The last memories, donde esa hipnótica atmósfera que mencionaba al inicio tenía un aire más cercana al alba, cuando la luminosidad lucha contra la oscuridad para, aunque sólo sea por unas horas, hacerse con las riendas, aquí nos encontramos con con un paisaje, igual de hipnótico y onírico, pero en el que las sombras parecen haber ganado ya la batalla. Eso sí, con esa elegancia y porte que se las gastaba Bryan Ferry con sus Roxy en los ochenta.
Y termino exactamente como lo hacía hace un par de años:
Lo siento, tú te lo pierdes si dejas pasar a estos tipos sin darles la oportunidad que merecen. El problema será tuyo, no suyo.
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