Cruda, muy cruda la ficción protagonizada por la grandísima Elisabeth Moss con The Handmaid’s Tale (El Cuento de la Doncella), basada en la novela homónima de Margaret Atwood de 1985. Que se halla llevado ni más ni menos que ocho premios Emmy (entre ellos el de mejor actriz, mejor serie, mejor director y mejor guión) cuando no contaba en absoluto en las quinielas iniciales es muy significativo del talento actoral, la inmejorable fotografía y la buena adaptación que se ha echo de la idea original. Os aseguro que no me he dejado llevar (en este caso) por los éxitos conseguidos, de hecho me encontraba a medias cuando se celebraró la ceremonia, pero intuía que esto podía pasar porque, queridos Pupilos, en mi opinión estamos ante la gran serie (nueva) del año e incluso compitiendo con los grandes aciertos de las grandes, caso de The Leftovers, House Of Cards o Juego de Tronos…
La historia ya es bien conocida por todos, sin saberse a ciencia cierta el por qué (en el libro sí que se deja claro) la contaminación ambiental y las enfermedades de transmisión sexual hacen que los nacimientos disminuyan peligrosamente. En EEUU se instaura una dictadura teocrática y bejatoria para con las mujeres a las que se les priva de todos sus derechos y libertades para capturar y convertir a las ‘fertiles’ en ‘Criadas’ (Handmaids) que son violadas por los gobernantes en un ritual llamado ‘La Ceremonia’ (con el consentimiento y la presencia de sus mujeres) para procrear y dar ‘el fruto’ a los matrimonios no-fértiles. La trama principal se centra en el proceso de captura, entrenamiento e inserción de June Osborne/’Offred’ (Elisabeth Moss) y en cómo se va desenvolviendo en un ‘nuevo’ mundo dominado por la opresión, las creencias religiosas más radicales y, cómo no viniendo de Yanquilandia, de la doble moral y el miedo, esos que tanto saben utilizar en el Imperio U.S.A..
A una interpretación de la Moss de auténtico escándalo, pues ella solita practicamente lleva todo el peso en los diez capítulos de la serie de la plataforma digital HULU, hay que añadirles otras interpretaciones muy solventes y efectivas como las de Moira (Samira Wiley), Janine (Madeline Brewer) o el comandante Fred Waterford perfectamente interpretado por un inquietante Joseph Fiennes. La factura visual y la fotográfica también me han parecido perfectas con esos protagónicos ‘trasluces’ y esas atmósferas deslumbrantemente luminosas, además de unos necesarios primeros planos practicamente ‘in your face’ para enfatizar al milímetro los sentimientos de la protagonista y de las demás ‘criadas’.
En cuanto a la trama, joder, la evolución de ‘Offred’ en la casa de los Waterford está meticulosamente bien llevada, así como el planteamiento sutil de la ‘nueva sociedad dictatorial’ y el reclutamiento de ‘criadas’ que se suceden en paralelo con ‘flashbacks’ de los instantes en donde todo empezó a cambiar. Y es que hay escenas realmente tremendas, con situaciones de una claustrofobia brutal ante tanto sometimiento femenino. También hay instantes que son crudísimos, pero absolutamente necesarios como los ‘castigos’ a los que son sometidos los ‘infieles’ por parte de las abnegadas ‘criadas’ o el descarnado desahogo de la protagonista para con su ama en el último capítulo.
En conclusión, The Handmaid’s Tale es una serie que te consterna, que te frustra, que te hace sentir en tus carnes la injusticia de una sociedad dominada por fanatismos extremos y creencias de lo más excesivas que encumbran a unos pocos y que esclavizan a la gran mayoría. Como la vida misma, vamos…
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