El año pasado se cumplieron 20 años del estreno de Seven, película que junto con El silencio de los corderos dejó una marca indeleble en el género del thriller con psicópata de por medio. El impacto del excelente film de David Fincher fue tal que era de esperar que algún iluminado tuviera la idea de rodar alguna secuela más o menos traída por los pelos. Así fue. Hubo un guión de una secuela llamada Eight (qué original) que nunca llegó a ver la luz. El texto en cuestión llegó a las manos de Fincher y éste lo rechazó. Seven está bien como está y no tiene sentido continuar la historia por muy tentadora que sea la idea. Fin del asunto. Por ahora.
Desconozco si dicho guión estuvo dando tumbos por los estudios de Hollywood o estuvo acumulando polvo en el cajón de algún directivo, pero finalmente a otro iluminado se le ocurrió que la historia no estaba tan mal y era una lástima desaprovecharla. Así pues, al guión de Eight se le hicieron las modificaciones justas para que no fuera una secuela de Seven. De ahí surgió la película de la cual hoy hablamos. Solace (o Premonición como lamentablemente la han titulado en España) es un guión que emana directamente del ambiente insano y perturbador de Seven, pero sin ser Seven. Para atraer al gran público, nada mejor que un actor de renombre y probada solvencia. Descartado Morgan Freeman, que ya hubiera sido demasiado descarado, el personaje del veterano de vuelta de todo a la caza del psicópata recayó en Anthony Hopkins. Gran actor que lleva dos décadas viviendo de las rentas y que siempre será en el imaginario colectivo Hannibal Lecter. Hopkins igual te interpreta a Nixon, a Odín, a Picasso, a Ptolomeo, a Hitchcock, a un cura exorcista o al Zorro. A sus casi 80 años se mantiene en activo con resultados siempre satisfactorios siempre que el cheque valga la pena. Hopkins es el reclamo ideal para que el subconsciente del espectador asocie Seven con El silencio de los corderos con solo ver el tramposo cartel promocional. Si nos fiamos del cartel, diríamos que Farrell es el bueno y Hopkins el villano.
Con todos estos antecedentes, uno tenía bastantes pocas esperanzas en esta película, la verdad. Quizás por eso la decepción no ha sido tal. Premonición queda muy lejos de Seven pero no es el desastre monumental que cabría esperarse. La idea no es mala pero creo que Fincher acertó al rechazar hacer la secuela. Me pareció ingeniosa la inclusión del tema sobrenatural, es una novedad a la que se podría haber sacado mucho provecho en las manos adecuadas. Es una salida por la tangente que sirve para poner en apuros a la policía y crear la tensión necesaria en el espectador. Como bien dice la frase publicitaria: ¿Cómo atrapas a un asesino que puede ver el futuro? Sigamos sumando puntos a favor, Premonición contiene otros elementos que me resultaron sorpresivamente agradables como pueden ser ciertas disertaciones sobre el amor, la vida y la muerte que la apartan de la liviana mediocridad que suelen tener estos productos. La elección de las víctimas y el modus operandi del asesino en serie de turno siempre son cruciales en este tipo de películas y aquí se han esmerado un poquito más de lo habitual. Si intentaban estar a la altura de Seven había que currárselo. Aunque no se haya logrado, el esfuerzo ahí queda.
El verdadero problema de Premonición reside en que el director brasileño Alfonso Poyart (conocido en su casa a la hora de comer) no tiene ni el talento ni la experiencia ni la personalidad de David Fincher. También hemos de admitir que estamos curados de espanto, en estas dos décadas hemos visto mucho thriller y mucha imitación barata (Resurrección, Saw). Ya no somos tan fácilmente impresionables. Ya nada nos cogerá tan desprevenidos como Seven. Por eso, el impacto de Premonición es mucho menor. Tiene buen ritmo y atrapa al espectador pero no cautiva. Su recuerdo se desvanece al encenderse las luces.
El film entretiene a pesar de ciertas obviedades (el manido “le voy a pedir ayuda a un viejo colega retirado que arrastra un trauma”) y las deudas a Seven que todavía se pueden intuir en su guión. Esos días lluviosos, esos interrogatorios y esas escenas del crimen recuerdan inevitablemente al material original. También ese asesino en serie (o mejor dicho, su obra) recuerda al John Doe de Seven, no es un calco, pero sí es casi igualmente de escurridizo. Pero Doe era un villano infinitamente más aterrador. El de Premonición pierde bastante interés al salir en pantalla con el atractivo aspecto de Colin Farrell. Farrell no es mal actor pero no da la talla como asesino en serie, ni de lejos se acerca a Kevin Spacey. Encima su inexpresiva jeta aparece en el cartel promocional, adiós sorpresa. Precisamente, Premonición se sustenta sobre los hombros de un Hopkins al que se le nota algo menos en piloto automático que de costumbre. El tipo es capaz de hacernos creer casi cualquier cosa, sobre todo en estos personajes que parecen haberse leído el guión y saber por dónde van a ir los tiros (nunca mejor dicho). La gélida mirada del veterano Hopkins sigue fascinando al espectador. De Abbie Cornish no puedo decir lo mismo, la chica es mona y sirve de contrapunto sexy con el veterano Hopkins.
Premonición no es Seven ni va a cambiar el rumbo de los thrillers con psicópata pero es un sucedáneo bastante correcto.
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